"La
amenaza es el arma del amenazado". Leonardo Da Vinci
Hace
dos semanas alerté acerca del indignante plan de desestabilización que el
kirchnerismo, ante la inminencia de la cárcel, está organizando contra la
Gobernadora de la Provincia de Buenos Aires y, en una carambola, afectar la
gobernabilidad del propio Presidente; el objetivo es amenazar a los jueces
federales, que aceleran ahora las causas de corrupción (en defensa propia), con
un imaginado y vengativo retorno. Lo que hemos visto esta semana, con piquetes
y cortes de calles y avenidas, que requieren de ingentes sumas para transporte
y alimentación (se pagaban con "cajas" oficiales y ahora lo hace
Cristóbal Timba López, también con nuestros impuestos robados), no ha hecho más
que confirmar ese pronóstico: no sólo han vuelto los encapuchados armados con
garrotes sino que, de la mano de los Moyano, los gremios que representan a los
trabajadores mejor pagados realizan huelgas salvajes e irrazonables, que dejan
a la población sin combustibles y sin aviones.
No
niego, obviamente, que la situación económica está muy complicada para muchos
de nuestros conciudadanos, pero no está de más recordar que los aumentos en la
energía y el transporte no han impactado sobre los más débiles, que continúan
recibiendo subsidios, inclusive mayores, mediante la tarifa social y la tarjeta
SUBE, sino sobre las clases medias, tradicionalmente pasivas; entonces, y más
allá de la terrible inflación en los precios de la canasta básica, no puede
comprenderse la protesta sino atribuyéndola a intencionalidades políticas. Por
ello, la Casa Rosada está extremando los cuidados porque es harto probable que
regresen los violentos saqueos a supermercados. Algunos caciques vinculados a
lo peor del kirchnerismo residual, como Fernando Espinoza y Verónica Magario,
ambos de La Matanza, tratan de encender la hoguera, como ya hicieron en 2001,
cuando el fuego y la sangre, que tanto promovieron, llevaron al cajón de la
historia al gobierno de Fernando de la Rúa.
Mauricio
Macri ha tenido, en algunos campos, mala suerte. Su indisposición, mal manejada
desde el punto de vista comunicacional, opacó hasta la invisibilidad el
imprescindible informe que, con el título de "El estado del Estado"
(puede verlo en http://tinyurl.com/z7yc8rq), hubiera debido ser la noticia del
semestre, ya que en él se describe, área por área -por cierto, no está
completo- cómo la desidia, la ignorancia, la torpeza y, sobre todo, el más
descarado latrocinio influyeron en el lamentable legado que la "noble
viuda" dejó a su sucesor. Si no fueran tan trágicos, moverían a risa
muchos episodios conocidos recientemente, como el viaje de una comitiva de
Fabricaciones Militares al Festival de Cannes para aprender cine o la
falsificación de facturas de hoteles y traductores por Guita-rrita Boudou.
Lo
mismo sucedió con muchas otras buenas noticias -la recuperación de Cresta Roja,
el arreglo con los holdouts, las extraordinarias medidas para pagar la eterna
deuda previsional (el cobro irá directamente al consumo), la escasa repercusión
de la inevitable devaluación, la incorporación a la Alianza del Pacífico como
observadores, la devolución del IVA a los más necesitados (como deben exigir
factura, impedirá la evasión y favorecerá la recaudación y, por eso, no
comparto la imposición de un límite máximo), etc.- que no tuvieron la
trascendencia que merecían por la irrupción de brulotes informativos, como
fueron los Panamá Papers, otro caso de flagrante mala comunicación. Recuerdo
que un colega brasileño me comentó que lo sorprendía que los argentinos
estuvieran más preocupados por saber qué hizo Macri con su dinero que por lo
que hizo Cristina con el de todos; más asombroso aún es que estén reclamando al
Presidente soluciones mágicas, y como tales inexistentes, para los gravísimos
problemas generados, en muchos casos adrede, por la asociación ilícita que nos
gobernó durante los últimos doce años y medio.
Sin
embargo, los opositores, incluso aquellos que parecen más colaborativos, se
quejan por la falta de inversiones productivas, pero ¿cómo podrían venir si la
monumental crisis energética que gestó el kirchnerismo para robar YPF -y, de
paso, en la importación de gas licuado- no puede solucionarse de un plumazo?
Para regresar al perdido autoabastecimiento y, con ello, tranquilizar a los
interesados en venir, se necesita tiempo y continuidad en las políticas para el
sector. En ese mundo no hay locos; por eso, sería desconcertante el arribo de
capitales para instalar nuevas industrias mientras los cortes en el suministro
de energía continúen siendo recurrentes.
A
pesar de todo, la ciudadanía sigue acompañando al Presidente, que registra un
nivel de aceptación enorme (56%, según encuestadoras peronistas) aún cuando,
con toda lógica, el heredado desmadre de la economía y las medidas adoptadas
para intentar corregir su rumbo de colisión final, todas muy antipáticas pero
indispensables, hubieran debido hacer caer mucho la apreciación popular. Pero,
insisto: esta prolongada luna de miel sólo subsistirá si la sociedad percibe
que se terminó la impunidad, que todos somos iguales ante la ley, que ya nadie
tiene privilegios y que quienes robaron tanto a tantos terminan en la cárcel;
la mera comparación con lo que está sucediendo en este tema en Brasil, al menos
por ahora, nos hace pasar vergüenza como país. Pero, además, Macri debe
recordar que los votos que le permitieron vencer provienen de varias canteras
de pensamiento pero tienen denominadores comunes en materia de exigencia: la
transparencia y la decencia de su equipo; la vara con que se lo medirá estará
entonces infinitamente más alta que la que usamos con sus antecesores.
En
otros terrenos, en cambio, se percibe ya una brisa favorable: las commodities
agropecuarias mantienen sus altos precios después de la debacle del año
anterior, la industria de la maquinaria agrícola ha vuelto a despegar y los
tonelajes de granos que sobrevivieron a las lluvias e inundaciones siguen
trayendo buenas noticias y, a pesar que el alza en las cotizaciones del
petróleo encarecerá las importaciones de energía, ese daño se verá bastante
compensado con la reducción de los subsidios internos a las compañías. Además,
la exportación de servicios informáticos ya supera -cinco veces más- a nuestras
ventas de vinos finos al exterior. Y el lanzamiento del muy ambicioso plan de obras
públicas mejorará la deteriorada infraestructura que recibió el Gobierno de su
antecesora y generará miles de puestos de trabajo genuinos; resta saber qué
sucederá cuando los actuales beneficiarios de planes "no-trabajar"
deban tomar el pico y la pala, ya que al menos dos, sino tres, generaciones de
ellos nunca han tenido una ocupación digna de tal nombre.
No
me preocupa que el Ejecutivo deba negociar cada proyecto legislativo y efectuar
en muchos casos concesiones a los adversarios, porque en esa negociación,
créase o no, está en el ADN de la democracia. El inconveniente actual es que la
oposición está manifiestamente desmembrada y carece de líderes ciertos, por lo
cual los votos necesarios se obtienen de a uno, pero no es menos cierto que no
hay partido o "espacio" alguno que pueda ignorar a los otros y, salvo
los impresentables (Diana Conti, Máximo Kirchner, Carlos Kunkel, Guillermo
Patotín Moreno, Luis ¡Amor, amor! D'Elía, Fernando Garrote Esteche y algunos
pocos más) nadie quiere que el Gobierno descarrile. Porque lo que evitamos en
las últimas elecciones fue transformarnos en un miserable país, como el que han
convertido a Venezuela los corruptos tiranos Hugo Chávez (q.e.p.d.) y Nicolás
Maduro, totalmente aislada del mundo civilizado y sumida en el hambre más
pavoroso y la violencia más sanguinaria.
Tengamos
paciencia. Es claro que las medidas económicas duelen, y mucho, pero debemos
saber a qué y a quién debemos tener que adoptarlas, y exigir el condigno
castigo para los responsables.
Bs.As.,
12 Jun 16
Enrique
Guillermo Avogadro
Abogado
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