En
Jujuy, el comité provincial de la UCR realizó un acto en la plazoleta Hipólito
Yrigoyen en el barrio Ciudad de Nieva, que incluyó la colocación de ofrendas
florales frente al busto del ex mandatario y donde se invitó a la ciudadanía a
reflexionar sobre los aportes a la democracia y a la transparencia por parte de
quien fuera uno de los fundadores del radicalismo.
"Rememorar
la pasión de los grandes hombres con vocación humanista y nacional es
imprescindible para sacudir la memoria histórica de la patria”, dijo en tanto
el vicegobernador de Formosa, Floro Bogado, en referencia a Hipólito Yrigoyen.
Mientras,
en las instalaciones de la seccional Junín del Sindicato de Empleados de
Comercio se rememoró el 125° aniversario de la UCR, con la presencia de funcionarios
locales, provinciales y nacionales.
"Que
se pierdan mil gobiernos, pero que se salven los principios", dijo
Hipólito Yrigoyen cuando los conservadores estaban a punto de arrebatarle la
presidencia, en las primeras elecciones en las que se aplicó la Ley Saenz Peña
-que imponía el voto secreto y obligatorio- el 2 de abril de 1916.
La
frase definió su conducta política y fue una de las banderas del radicalismo en
su historia.
Yrigoyen
había sepultado con votos a los conservadores -340.000 a 135.000- pero el
Colegio Electoral tenía la decisión final (sistema de elección indirecta que se
mantuvo hasta la reforma constitucional de 1994) y se presumía que la balanza
se inclinaba en su contra.
Fue
en esas tumultuosas circunstancias cuando Yrigoyen pronunció la frase, similar
a la que había dicho Leandro N. Alem: "que se rompa, pero que no se
doble", respecto de los principios del radicalismo.
El
12 de octubre de 1916, asumió la Presidencia, acompañado por una multitud que
lo llevó en andas desde el Congreso hasta la Casa Rosada, porque su figura
además ya era significativa en la vida argentina por haber sido protagonista de
la llamada "Revolución del 90".
Yrigoyen
desarrolló un programa de reparación nacional, empeñó su esfuerzo en terminar
con la corrupción y reorganizar las instituciones políticas, mediante la
efectiva aplicación del sufragio libre.
Durante
ambas presidencias, Yrigoyen produjo hechos relevantes: la Reforma
Universitaria de 1918, la creación de leyes de protección laboral y de
seguridad social para los trabajadores del Estado y la creación de la empresa
YPF, a cuyo frente estuvo Enrique Mosconi, quien desarrolló un gran avance en
materia de explotación de recursos naturales y la reivindicación de la
soberanía nacional.
No
obstante durante la primera presidencia Yrigoyen enfrentó una alta
conflictividad social, con protestas obreras, lideradas por los anarquistas, la
más significativa, en enero de 1919 en la Capital Federal, que se conocen como
la "Semana Trágica", que dejó numerosas víctimas.
Otros
hechos de extrema gravedad se produjeron durante las huelgas en la Patagonia en
1921, donde se aplastó sin miramientos la protesta anarquista.
Yrigoyen
fue reelegido el 1 de abril de 1928, después del interregno del gobierno de
Marcelo T. de Alvear, por un porcentaje más rotundo que en su primera
presidencia.
Este
período se desarrolló en un panorama económico internacional complicado, por la
profunda crisis mundial que estalló en 1929.
También
el frente interno se complicó y su figura entró en el ocaso, especialmente
cuando se extendió el rumor de que "el Peludo" (tal su mote) vivía
"su propia realidad" a partir del supuesto que leía un periódico
apócrifo con buenas noticias ("el diario de Yrigoyen").
Así,
el 6 de septiembre de 1930 el primer golpe militar, encabezado por los
generales Agustín P. Justo y José F. Uriburu, puso fin a su presidencia.
Fue
el primer antecedente de las experiencias más nefastas del país, que tocaron a
su fin con la presidencia de Raúl Alfonsín en 1983.
Yrigoyen
falleció el 3 de julio de 1933 y su entierro convocó a una multitud.