Estos datos muestran que el establecimiento de la paritaria fijando pisos que condicionan la posterior negociación en cada jurisdicción coincide con una importante fuga de las familias hacia las escuelas privadas. Resulta muy sugerente que prácticamente 2 de cada 3 nuevos alumnos de educación básica optaron por escuelas privadas cuando los padres de esos niños en su gran mayoría se formaron y sienten reconocimiento y cariño por las escuelas del Estado. Mas que una opción por las escuelas privadas, la fuga parece asociarse a la impotencia y resignación que genera la degradación de las escuelas del Estado debido, entre otros motivos, a los conflictos docentes. La intromisión del Ministerio de Educación nacional en la determinación del salario docente contribuyó a empeorar la educación estatal al potenciar la conflictividad. Al fijar a nivel centralizado pisos en las remuneraciones se aumentaban las demandas sindicales haciendo más difícil compatibilizarlas con las disponibilidades financieras de cada provincia. El resultado fue un exacerbamiento de los conflictos y las huelgas en las provincias. Para las familias se generó una situación traumática que llevó a migrar, asumiendo costosos esfuerzos en el presupuesto del hogar, a las escuelas privadas donde las huelgas, en general, tienen mucha menos resonancia. Que el Ministerio de Educación nacional haya decidido dejar de inmiscuirse en la negociación salarial no garantiza que mejore la gestión que las provincias hacen de las escuelas. Pero es un paso en la dirección correcta al desestructurar un mecanismo cuyo único aporte es potenciar conflictos docentes en las provincias. En el corto plazo obliga a asumir una transición compleja porque afecta intereses corporativos, pero es un requisito necesario para comenzar a revertir la decadencia educativa. Es aconsejable dejar de ignorar las señales que emiten las familias fugándose masivamente de las escuelas estatales. También asumir que la principal carencia que sufren las escuelas no es de recursos, sino de gestión. Una de sus principales manifestaciones es el ausentismo y la desmotivación entre los docentes inducidos por esquemas salariales que promueven la mediocridad y la falta de compromiso. Por eso, desactivada la paritaria nacional, cada provincia debe abocarse a establecer una política salarial que induzca la recuperación de la educación estatal en base a docentes bien pagos, que den clases regularmente y que sean controlados en la calidad de la enseñanza que imparten.
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