Como he visto… impresionada…
que el pueblo… me vota en
pleno…
creyendo que todo es bueno…
con que… si lo bueno, es
nada…
me quedaré… aquí sentada…
hasta que reine el veneno.
Al que opine… lo fusilo…
…ya verán… cuál es mi
estilo…
y al periodismo obsceno…
ya mismo le pondré freno…
con los jueces… que yo
alquilo.
G. A. Bunse, Poemas de la
Argentina trágica.
Está empalagada de
resentimiento y de perversidad.
Sus dos banderas, no
cambian: La mentira y la corrupción… la visten con un negro que parece luto…
pero que, en verdad, es su alma oscura.
Ayudante de su difunto
esposo en hacer ejecuciones hipotecarias para el Banco de Santa Cruz hace 24
años, sabe bien lo que es arrancar en llanto a una persona pobre de su
vivienda… en el marco de la Ley 1050.
Si a una empresa que reclama
que se le pague un título se da el lujo de llamarle “buitre”… pues ella y su
prócer desaparecido eran algo así como pterodáctilos de la peor rapiña… Esos
que dejan a un pobre tipo sin techo.
Sus veinte cadenas
nacionales y sus 72 discursos, han sido mensajes en los que siempre hubo al
menos tres párrafos cargados de ironía, odio, venganza, amenaza y un
resentimiento calvinista.
Y lo más grave de todo… es
que sus únicas obligaciones, vinculadas a la responsabilidad de gestión… son un
muestrario interminable de palmaria incapacidad y de inoperancia… de su
innegable autoría.
Acaso como si supiera que le
llega la noche dentro de poquito tiempo… insiste y se enoja con los que dicen
que la Argentina no tiene ninguna afectación por los problemas del exterior.
Claramente… prepara su
excusa para el día en que se trague la curva.
Pero sólo quiere engañar a
los pobres y a los indigentes … a todos los cuales siempre ha considerado que
puede tomarlos por idiotas.
Y se olvida que… justamente
ella… que es la responsable única de haber aislado al país hasta de sus
vecinos… es la artesana de haber repujado la inocencia plena de cualquier
incidencia extranjera.
Sabe muy bien que, ella
misma, aceptó que la recua de imbéciles que la rodean le diseñaran su propia
trampa. Y no tiene la menor idea de cómo salir de ella. Necesita urgentemente
un conjunto de culpables.
Ya tiene dos o tres adentro.
Ahora debe convertirse en víctima del mundo
Todo, absolutamente todo… lo
que ocurre… y lo gravísimo que ha de ocurrir… es exclusiva cuestión de su
antojo y de su desastrosa voluntad.
Casi como una especie de
operaria de una mina subterránea a la que se le cortó la luz… avanza en la
oscuridad a los tumbos…pegando con un palo a diestra y siniestra.
Ella ignora por completo lo
que ocurrirá en sus próximos pasos.
Y mucho menos sabe lo que le
puede pasar al día siguiente.
Lo más grave… es que le
importa un bledo no saberlo.
El horizonte visual de su
gobierno… ni siquiera llega a las 24 horas.
Una gran irresponsabilidad e
imprevisión… con 9 años de papar moscas.
A muchos les llegará ya
demasiado tarde, la noticia sobre que, en verdad, era una simple aventurera.
Pero no está muy lejos de
saberse.
Una suerte cómplice e
inaudita la ha acompañado ya demasiado tiempo.
Supongamos por un instante
que, un día de estos, ocurre en el país una catástrofe de cierta magnitud.
Digamos por ejemplo un terremoto, una epidemia ó una contaminación
generalizada.
Ni hablemos de algún
accidente nuclear muy grave, por el lamentable estado de mantenimiento de
nuestras precarias centrales atómicas.
Lo primero que uno se
imagina es que, si se presenta en la Argentina alguna tragedia de esta
naturaleza, entonces sin ninguna duda, estamos fritos. Ella… muda… como en
todas las catástrofes… se iría a recluir a su palacio patagónico y se lavaría
las manos…
En muy pocas horas, todo
sería un caos.
La terrible precariedad de
los medios sanitarios y la fulminación del planeamiento, mostraría un gobierno
que se mueve “a vela” y que sólo navega si tiene viento a favor.
Sin esas condiciones… anda
al garete.
Sin duda, las zonas
afectadas por la calamidad se convertirían muy pronto en formidables focos
sépticos. Todos los territorios adyacentes empezarían a contaminarse por las
pestes que ocurren cuando queda, en el escenario, un cementerio a cielo
abierto.
¿Creemos que esto no puede
pasar aquí?
Tal como lo ha hecho con la
masacre de Once y con las miles de vidas que se pierden por año… por su
absoluta responsabilidad… pondría a varios personajes sobre la “parrilla”.
No pudiendo mandar a fusilar
a ningún sismólogo… entonces buscaría culpables entre los médicos e incluso
entre los rescatistas.
O quizás disponga que debe
movilizarse a todo el ejército… y descubra entonces (ya muy tarde), que los
vehículos no tienen mantenimiento ni combustible, que los helicópteros no
funcionan, que todos los pontones de emergencia están arrumbados, que la
logística ha colapsado y que los medios operativos necesarios son todos del año
’40.
Que varios de los barcos
flotan a la deriva en los puertos africanos… con su bandera hecha un andrajo… y
que no hay nada ni nadie a sus órdenes.
Como una verdadera sátrapa,
se sorprenderá mucho cuando vea que los medicamentos para emergencias no
existen en ningún hospital gracias a su egregio inquisidor de las
importaciones.
Ni siquiera para atender los
casos de las urgencias cotidianas.
Que los enfermeros y los
médicos están expulsados de los hospitales, no disponiéndose de personal con
experiencia, que Chávez y Fidel ya no le envían ayuda inmediata porque están
enfrascados en salvar sus vidas.
Que las empresas que pueden
ayudar fueron ahuyentadas del país, que no existe ya ninguna capacidad de
alojamiento sanitario en ningún lugar del territorio, que no hay ambulancias
para usar o que, las que tenemos, son a gas … y que -por lo tanto- no sirven.
Que no queda otra opción que
improvisar cualquier cosa, por cuanto nada, absolutamente nada, se puede poner
en apoyo del desastre.
Sin ninguna duda, en un caso
así, podremos descubrir que, en realidad, somos Liberia. Y que el Evo Morales…
es Abraham Lincoln.
Descubriremos seguramente…
ese día, a una multitud de funcionarios asustados y a ella -improvisada hasta
los tuétanos- mostrándose ignorante de los correctivos y como una vulgar
tributaria de la aventura.
Que el país, en realidad, en
estos años, no creció un bledo, y que no se puede encontrar por ningún lado la
recuperación.
Que todo es absolutamente
artificial, mentido, truchado, falsificado.
Que no sirven, en esos
casos, ni los decretos de necesidad y urgencia ni los pedidos plañideros, ni
las convocatorias a todos los partidos políticos a quienes… casualmente… ella
jamás llamó ni siquiera para el mísero protocolo de una democracia formal.
Que a pesar de tener una
enorme suerte en todas las carambolas de la vida, a pesar de haber agarrado
viento de cola de chiripa, a pesar de un contexto internacional favorable y a
pesar de que nadie se queja por el salvajismo impositivo… a veces puede llegar un
episodio desastroso que se la lleve puesta y que nos ponga al desnudo… de un
solo golpe… todas sus trapacerías.
…Con el mismo odio que se
destruyó Cartago, violando hasta la esencia humana, ella tendrá pues, su
momento final… casi de epítome de su vida
…sobre las ruinas de la
República…
…y todos podrán verla… al
fin… pidiendo clemencia.
Lic. Gustavo Adolfo Bunse
Buzios, 25 oct. 2012
gabunse@yahoo.com.ar