A los 90 años y en su casa de Punta Ballena, Uruguay, murió el
multifacético artista, creador de la legendaria Casapueblo en Punta del Este.
En el Municipio -dónde se encuentra "Bengala", su casa atelier y un
paseo con su nombre al ingresar a la ciudad- fue declarado ciudadano ilustre y
realizó numerosas muestras artísticas. La última de ellas fue "El color de
mis 90 años", que se expuso en el Museo de Arte Tigre el año pasado.
Tigre amaneció de luto tras la triste noticia que
anunció la muerte de Carlos Páez Vilaró, un hombre que se consagró como el
pintor del medio del río -por unir la ciudad y Uruguay- y cuyos colores
quedarán para siempre en cada rincón del distrito. Durante su carrera, realizó
varias exposiciones artísticas en el prestigioso Museo de Arte Tigre (MAT), en
el que homenajeó al Delta y al distrito, como inspiradores de su arte.
Al respecto, el intendente de Tigre, Dr. Julio Zamora,
afirmó: “Es un profundo dolor para Tigre despedir a un amigo, un vecino y un
prestigioso artista como lo fue Carlos Páez Vilaró. Un hombre que le aportó al
distrito toda su magia para que miles y miles de personas lo puedan disfrutar
en el Museo de Arte Tigre. Siempre aseguró que tanto el Delta como la ciudad,
para él, significaban mucho; y nosotros desde el Municipio siempre le hicimos
saber que Tigre era su casa y que su arte nos llenaba el alma. Lamentamos
profundamente su pérdida, pero nos quedamos con un legado lleno de colores”.
En el 2008, desembarcó en el MAT con la expo
"Fragmentos", hitos de su trabajo desde sus comienzos, que se
consagró como récord de visitas. En enero de 2011, el ex Intendente de Tigre,
Sergio Massa y el entonces presidente del Concejo Deliberante, Julio Zamora,
inauguraron el Paseo "Carlos Páez Vilaró", un espacio público
-ubicado entre las Avenidas García y Las Naciones Unidas- que da la bienvenida
al ingresar a la ciudad.
Tras la apertura, Páez Vilaró, había afirmado:
"Asociar mi nombre a un paseo, es permitirme quedar ensamblado al corazón
de ese pueblo que tanto amo y respeto. Agradezco al Intendente Massa y a la
comunidad tigrense por este gesto tan inmerecido pero que acepto con emoción
porque sé con qué cariño ha sido modelado".
Meses más tarde, el uruguayo volvió a deleitar a todos
con “¡Gracias Tigre!”, un homenaje al distrito con obras que realizó durante
las últimas tres décadas, creadas e inspiradas en la magnífica naturaleza de
Tigre y su Delta. Fueron más de 30, los años en los que Páez Vilaró estuvo
vinculado a la ciudad. Así fue que una antigua casona de madera de la zona lo
cautivó. En ella armó su primer estudio, y desde la que soñó y proyectó su
residencia “Bengala”, siguiendo las líneas arquitectónicas de su emblemática
“Casapueblo” en Uruguay. La misma fue inaugurada en 2012 con una gran fiesta
cultural, a la que asistieron funcionarios del distrito y destacadas
personalidades del mundo artístico. Además, en el marco del evento se lo declaró
ciudadano ilustre del distrito, entregándole una insignia conmemorativa.
Sin embargo, su huella más reciente en Tigre fue a
mediados del año pasado con "El color de mis 90 años", una muestra
que rindió tributo al color blanco dónde el artista pudo desplegar toda su
impronta, dando vuelo a sus ideas y creatividad. Miles y miles de personas
pudieron visitarla durante varios meses; y así más de 100 obras del reconocido
pintor volvieron a convertirse en protagonistas, dentro de las salas del MAT.
"Tigre es un lugar tocado por la mano de Dios,
pero no sólo por su geografía, sino también por los seres que habitan esta
tierra, tan únicos, tan fraternos. Más que las islas, es el abrazo con la gente
lo que vale, la solidaridad, el hecho de poder tocar un timbre y que se abra
una puerta mágicamente para atenderte. El Tigre mantiene ese señorío que sólo
se hereda", señaló Páez Vilaró en aquella oportunidad. Y con esas palabras
se recuerda a un grande, un verdadero artista que supo con su pincel colorear
los corazones de todos los viven en un Tigre que jamás lo olvidará.
Nació en Montevideo, Uruguay, el 1º de noviembre de
1923. Marcado por una fuerte vocación artística, partió en su juventud a Buenos
Aires, donde se vinculó a las artes gráficas. En la década del 40 se motivó por
el candombe y la comparsa afro-oriental, vinculándose estrechamente a la vida
del conventillo “Mediomundo”, dónde vivió.
Pintó decenas de cartones, compuso candombes para
comparsas, decoró tambores y actuó como incentivador del folklore que luchaba
en aquel entonces para imponerse contra la incomprensión. Además, viajó por una
gran cantidad de países, pintó centenares de obras, realizó múltiples
exposiciones y dejó su sello en monumentales murales. Se volcó a la pintura,
escultura, cerámica, cine y literatura, dejando huellas imborrables.
Conoció a Picasso, Dalí, De Chirico y Calder en sus
talleres. Asimismo, integró la Expedición Francesa “Dahlia” y en África logró
realizar el film “Batouk”, distinguido por clausurar el Festival de Cannes. En
1972 vivió una de sus experiencias vitales más intensas cuando su hijo Carlos
Miguel sobrevivió a la famosa “tragedia de los Andes”, el accidente aéreo de un equipo de rugby
uruguayo que luego fue llevado al cine. El aseguró que nunca perdió la fe en
encontrarlo porque tenía a Dios de “copiloto”.
Vivía y trabajaba en Casapueblo, su “escultura
habitable”, modelada con sus propias manos, sobre los acantilados que miran al
mar en Punta Ballena, a 13 kilómetros de Punta del Este, Uruguay. Una
construcción que funciona como hotel, museo y centro cultural en la confluencia
del Río de la Plata y el Océano Atlántico.