Estamos por comenzar el
tiempo de Cuaresma, bien cerquita del miércoles de cenizas, y yo querría
adoptar el mensaje de Cuaresma del santo padre para nuestra diócesis.
Él comienza utilizando un
texto de la 2° Carta a los Corintios que dice así: “Ustedes conocen la
generosidad de nuestro Señor Jesucristo que siendo rico se hizo pobre por
nosotros para enriquecernos con su pobreza. El Papa nos invita, en toda la
carta, a que podamos nosotros,
asimilarnos a la pobreza de Jesús, a la pobreza de Dios. Y qué significa esto
para recorrer el tiempo de cuaresma. En qué sentido Dios se hace pobre. En qué
sentido Jesús es pobre. En el sentido que se despoja de todo. Se quiere
asimilar totalmente con aquél a quien ama, porque el amor es así, asimilarnos
con aquél a quien amamos, ponernos al lado, ponernos junto a él. Por eso él no
tuvo en cuenta esta igualdad con Dios como algo que debía guardar celosamente,
como dice la Carta a los Filipenses, sino que se despojó de su rango y se hizo
uno de nosotros compartiendo todo menos el pecado.
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La miseria material, es
todos aquellos hermanos nuestros a quienes les falta lo indispensable para
vivir con dignidad.
La miseria moral, es cuando
el hombre pierde esa dignidad interiormente, a través de la droga y a través de
tantas situaciones que nosotros vivimos desde el punto de vista moral, la
corrupción, la mentira, la ambigüedad, a través de todas estas miserias que nos
visitan y que contemplamos y cuya atmósfera respiramos diariamente, nosotros
estamos frente a miserias morales.
La miseria espiritual es el
desconocimiento de Dios, el alejamiento de Dios, la negación de Dios, el vivir
totalmente para uno mismo. El santo padre nos invita a mirar estas miserias
desde la pobreza con misericordia, despojándonos de nosotros mismos, para poder
nosotros de alguna manera, con una mirada misericordiosa hacia estas miserias,
compartir, preparar interiormente la Pasión de Cristo que se entrega totalmente
por los pecados del mundo.
En realidad la cuaresma es
un camino, un camino que dispone nuestro corazón para vivir la alegría honda de
la Resurrección. Si lo hacemos vaciándonos de nosotros mismos, despojándonos de
nosotros mismos, como nos invita la carta del Papa, tendremos una cuaresma
fecunda y feliz.
Desconfío de la limosna que
no cuesta y que no duele, dice el Papa. Desconfío de una caridad que se hace
superficialmente.
Entonces tratemos, al mirar
las miserias de las que estamos rodeados, tratemos nosotros de tener esta actitud
de compromiso radical con nuestros hermanos, lo que va a garantizar una
cuaresma despojada, en un ayuno auténtico, lleno de misericordia. Una cuaresma
en donde esté presente la vida de oración, la configuración total con la pobreza de Jesucristo y una cuaresma que sea
generosa en la ayuda a los hermanos que más lo necesitan con una mirada puesta
sobre su miseria llena de misericordia.
Que el Señor les conceda
este camino, un camino de crecimiento, de aprendizaje en comunidad.
Que Dios los bendiga.