Con la presencia del intendente,
Dr. Julio Zamora, el artista tuvo un merecido reconocimiento, dentro de la
muestra con fines solidarios “Puertas al Arte”, que organiza Dignidad
Asociación Civil en el Hotel InterContinental de Nordelta.
Como parte de la exhibición “Puertas al Arte”, que la fundación
Dignidad lleva adelante en el Hotel InterContinental del distrito, se realizó
un brindis en honor al genio artístico uruguayo Carlos Páez Vilaró, que
falleciera el 24 de febrero último.
En tal sentido, el jefe comunal Julio Zamora resaltó: “Es un
orgullo para el Municipio de Tigre que Carlos Páez Vilaró, un artista
rioplatense, que supo unir a Uruguay con la Argentina, que eligió a Tigre como
su casa y que fuera un gran amigo del diputado Sergio Massa, pueda luego de su
fallecimiento seguir exhibiendo su obra en nuestra ciudad“.
Y Zamora finalizó: “Desde el 2007, organizamos en Tigre tres
muestras de Páez Vilaró y también hemos nombrado un paseo en su honor que lleva
su nombre. Por eso, nos da gran satisfacción acompañar este homenaje y más aún
que sea en la muestra ‘Puertas al Arte’, realizada por Dignidad Asociación
Civil, dando espacio a los artistas locales para exhibir sus trabajos y
recaudando fondos para ayudar a las familias humildes del distrito”.
Por su parte, el director ejecutivo de la Agencia de Cultura, Daniel
Fariña, expresó: “Páez Vilaró siempre tuvo una excelente relación con Sergio
Massa, Julio Zamora y por supuesto, con el Municipio. En los años 70 en eligió
radicarse en la Argentina y en Tigre. Su casa en la Argentina fue Tigre. Y hoy
participar de este homenaje es un inmenso orgullo. No podíamos faltar al
reconocimiento de quien ha dado tanto al arte y a nuestra ciudad. Estamos
organizando una muestra en su honor, para el día de su nacimiento, el 1 de
noviembre, en el MAT (Museo de Arte Tigre)”.
También participó del brindis María José Herrero, director del
MAT, que sostuvo: “Carlos Páez Vilaró fue muy importante para Tigre y un
artista en el sentido moderno de la
palabra, que además de sus pinturas y su gusto por la buena vida, supo
consolidarse como un genio popular. Con la exhibición que estamos planificado
para recordarlo en la fecha de natalicio, tenemos como idea exhibir su otra
pero también su vida como persona y como esto reflejó su arte“.
En el 2008, el artista uruguayo desembarcó en el MAT
con la expo "Fragmentos", hitos de su trabajo desde sus comienzos,
que se consagró como récord de visitas. En enero de 2011, el ex Intendente de
Tigre, Sergio Massa y el entonces presidente del Concejo Deliberante, Julio
Zamora, inauguraron el Paseo "Carlos Páez Vilaró", un espacio público
-ubicado entre las Avenidas García y Las Naciones Unidas- que da la bienvenida
al ingresar a la ciudad.
Tras la apertura, Páez Vilaró, había afirmado:
"Asociar mi nombre a un paseo, es permitirme quedar ensamblado en el
corazón de ese pueblo, que tanto amo y respeto. Agradezco al Intendente Massa y
a la comunidad tigrense por este gesto tan inmerecido pero que acepto con
emoción porque sé con qué cariño ha sido modelado".
Meses más tarde, el pintor volvió a deleitar a todos
con “¡Gracias Tigre!”, un homenaje al distrito con obras que realizó durante
las últimas tres décadas, creadas e inspiradas en la magnífica naturaleza de
Tigre y su Delta. Fueron más de 30, los años en los que Páez Vilaró estuvo
vinculado a la ciudad. Así fue que una antigua casona de madera de la zona lo
cautivó. En ella armó su primer estudio, y desde la que soñó y proyectó su
residencia “Bengala”, siguiendo las líneas arquitectónicas de su emblemática
“Casapueblo” en Uruguay. La misma fue inaugurada en 2012 con una gran fiesta
cultural, a la que asistieron funcionarios del distrito y destacadas
personalidades del mundo artístico. Además, en el marco del evento se lo
declaró ciudadano ilustre del distrito, entregándole una insignia
conmemorativa.
Sin embargo, su huella más reciente en Tigre fue a
mediados del año pasado con "El color de mis 90 años", una muestra
que rindió tributo al color blanco dónde el artista pudo desplegar toda su
impronta, dando vuelo a sus ideas y creatividad. Miles y miles de personas
pudieron visitarla durante varios meses; y así más de 100 obras del reconocido pintor
volvieron a convertirse en protagonistas, dentro de las salas del MAT.
"Tigre es un lugar tocado por la mano de Dios,
pero no sólo por su geografía, sino también por los seres que habitan esta
tierra, tan únicos, tan fraternos. Más que las islas, es el abrazo con la gente
lo que vale, la solidaridad, el hecho de poder tocar un timbre y que se abra
una puerta mágicamente para atenderte. El Tigre mantiene ese señorío que sólo
se hereda", señaló Páez Vilaró en aquella oportunidad. Y con esas palabras
se recuerda a un grande, un verdadero artista que supo con su pincel colorear
los corazones de todos los viven en un Tigre que jamás lo olvidará.
Nació en Montevideo, Uruguay, el 1º de noviembre de
1923. Marcado por una fuerte vocación artística, partió en su juventud a Buenos
Aires, donde se vinculó a las artes gráficas. En la década del 40 se motivó por
el candombe y la comparsa afro-oriental, vinculándose estrechamente a la vida
del conventillo “Mediomundo”, dónde vivió.
Pintó decenas de cartones, compuso candombes para
comparsas, decoró tambores y actuó como incentivador del folklore que luchaba
en aquel entonces para imponerse contra la incomprensión. Además, viajó por una
gran cantidad de países, pintó centenares de obras, realizó múltiples
exposiciones y dejó su sello en monumentales murales. Se volcó a la pintura,
escultura, cerámica, cine y literatura, dejando huellas imborrables.
Conoció a Picasso, Dalí, De Chirico y Calder en sus
talleres. Asimismo, integró la Expedición Francesa “Dahlia” y en África logró
realizar el film “Batouk”, distinguido por clausurar el Festival de Cannes. En
1972 vivió una de sus experiencias vitales más intensas cuando su hijo Carlos
Miguel sobrevivió a la famosa “tragedia de los Andes”, el accidente aéreo de un equipo de rugby
uruguayo que luego fue llevado al cine. El aseguró que nunca perdió la fe en
encontrarlo porque tenía a Dios de “copiloto”.
Vivía y trabajaba en Casapueblo, su “escultura
habitable”, modelada con sus propias manos, sobre los acantilados que miran al
mar en Punta Ballena, a 13 kilómetros de Punta del Este, Uruguay. Una
construcción que funciona como hotel, museo y centro cultural en la confluencia
del Río de la Plata y el Océano Atlántico.