Aunque sin choques
frontales, Daniel Scioli y Sergio Massa ya dan señales de que tienen su propia
interna para la candidatura presidencial del PJ en el 2015. Naturalmente, ambos
coinciden en que CFK no podrá conseguir los dos tercios de los legisladores
nacionales necesarios para convocar a una reforma constitucional que habilite
su reelección. Pero la tensión entre ambos fue en aumento desde que se
reunieron dos semanas atrás. “Daniel me ofrece que yo sea gobernador y él
presidente, pero ya no me interesa tanto ser gobernador”, les habría comentado
Massa a algunos de sus allegados. Su despliegue territorial dice a las claras
que no se propone pactar por ahora con el gobernador. Con una frenética
actividad, abrió cuatro frentes políticos. El más importante es el que integran
una docena de intendentes que lo siguen, entre los cuales se destacan Gabriel
Katopodis (San Martín) y Luis Andreoti (San Fernando). Este polo de intendentes
hasta ahora crece sobre todo en la primera sección electoral. El segundo frente
es la actual alianza entre Massa y Graciela Camaño, que le permite mejorar su
relación con Luis Barrionuevo (marido de Camaño) y líder de la CGT Azul y
Blanca. Un tercer espacio político massista se construye con algunos amigos de
Duhalde, como Ángel Abasto y Antonio Arcuri. Por último, el suegro de Massa, el
ex Secretario de Deportes Fernando Galmarini, convoca a un sub 40 de dirigentes
territoriales y cuadros técnicos. Justamente Galmarini fue el encargado de
explicar esta semana que Massa debería encabezar una lista por fuera del Frente
para la Victoria. A partir de éste y otros muchos amagues, la idea del nuevo
precandidato a presidente sería instalarse como la figura que convoque al
poscristinismo, mientras que Scioli ya optó por ser solidario con la
presidente, a la espera de que ésta agote su cuota de poder y lo designe
sucesor. En realidad, la especulación de Massa consistiría en que, si CFK se
desliza cada vez más en el tobogán de las encuestas, terminaría por arrastrar
hacia abajo a un Scioli que cada vez se diferencia menos de ella. Pero este
plan, como suele ocurrir, tiene su punto débil. En Olivos siguen muy de cerca
los pasos de Massa y estarían dispuestos a darle un ultimátum para que se sume
a la causa cristinista. El mismo podría ser una invitación para que acepte el
segundo lugar en la lista para diputados nacionales que encabezaría Alicia
Kirchner. O sea, poner punto final al despliegue del tigrense como figura
independiente de la Casa Rosada.
Una estrategia sin
conflicto
Desde la vereda sciolista
se hacen otros cálculos. Un consultor que asesora a la gobernación platense
señalaba “Massa tiene una imagen positiva superior a 50 puntos, sobre todo
porque no se define. Si se suma al kirchnerismo o lo enfrenta, bajaría a cerca
de 30 puntos”. Esta apreciación señala los peligros que correría el intendente
si finalmente se define. Con su prudencia habitual, Scioli se prepara para dar
otro paso importante el 31 de marzo, cuando supuestamente se elijan nuevas
autoridades del PJ. Entonces él bajaría un escalón de presidente a vice, para
cederle la conducción partidaria a Cristina, intentando demostrar su lealtad
pero también que ella tiene cada vez mayor dependencia de su figura.
A todo esto, un aliado de
Scioli, Francisco de Narváez, está reactivando su alicaída estructura para
relanzarse con lista propia para candidato a diputado nacional. Sus estrategas
estarían trabajando en una campaña muy especial. El empresario invitaría
públicamente a Massa a que se ponga al frente de una lista independiente del
Frente para la Victoria. Lo previsible es que aquél no acepte o que se vea
obligado a sumarse al FpV. En cualquiera de estos dos casos, De Narváez diría
que Massa defraudó las expectativas y relanzaría entonces su candidatura
convocando al peronismo disidente.
El Informador Público