Una vez más la historia nos
identifica con un sello único en el mundo y, cual designio del destino,
quedamos presos de nuestras propias acciones y frases; creo que ninguna más
como anillo al dedo que aquella que rezaba “Argentina está condenada al éxito”.
Cuando para muchos el éxito es la gloria misma, para nosotros opera como un
castigo, es que hasta para las cosas buenas tenemos la habilidad de “empiojarlas”,
de hacerlas notar por el infortunio, la impericia o la desgracia.
Ahora bien, creo que nosotros
tenemos más que claro que somos la raza del “lo atamos con alambre” (o con
precinto si quiere ser más moderno), estamos tristemente acostumbrados a la
improvisación, al “que sea lo que Dios quiera”, y a olvidar desventuras no por
falta de memoria, sino que como decía el genial Enrique Pinti en Salsa Criolla, un quilombo nuevo empuja
a otro anterior.
El tema es cómo lograr que un
agricultor angoleño se desayune de todo este sainete, mientras está sentado en
un banquito esperando las cosechadoras siglo 21? Sobre todo si fuimos conocidos
como el granero del mundo, cómo iban a suponer que al mejor estilo “Tu-Sam” no
les avisaríamos que esto podía fallar?
Encima, con la globalización de
hoy en día, sería un intento por demás desafortunado tratar de compensarlos con
espejitos de colores, una leyenda antigua que nunca fue muy creíble (aunque si
apuro a más de una/o con cambiar la pareja por los dichosos espejitos, tal vez
agarra viaje), quizás el mal menor sea mandar al muere a los traductores, y
aseverar con la mejor cara de póker que en realidad lo que ofrecíamos era la
transmisión de la novela Cosecharás tu
siembra y convencer a Luisa Kuliok y Osvaldo Laport de realizar un viaje
relámpago para firmar algunos autógrafos. Eso sí, no la embarremos ofreciendo
los codificadores satelitales, a ver si los mandamos con 220v y allá tienen
110v.
Lo que sí es seguro, es que se
abre un gran desafío para todos nosotros, para cada dirigente, oficialista u
opositor, para cada empresario, y hasta para los últimos orejones del tarro
como el servidor que les escribe esta chanza, el mejor ejemplo para el futuro,
es no prometer más nada, así al menos nadie saldrá decepcionado. Tal vez de esa
forma podamos reeditar en algún momento una frase que sí fue orgullo de
nuestros abuelos y padres, y volvamos a ser “Argentina Potencia”.
Soy Leo 2014
Escuchá todo el humor de Leo Vizioli junto a Pablo Zaccone, en Dos Mas Tres Cuatro,
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