# Nota de opinión de Lucía Sánchez
Somos testigos de dos procesos que se están desarrollando de manera simultánea aunque en diversas etapas: uno, es la tendencia a intentar hacer de la democracia algo más tangible; y el otro, es el avance de las nuevas tecnologías como herramientas cada vez más importantes la administración estatal.
Muchos gobiernos municipales han incluido en sus agendas programas de presupuestos participativos y diversas prácticas que abonan a la idea de gobierno abierto. Transparencia, información pública y accesibilidad, son algunos conceptos que empiezan a tomar fuerza y a hacerse realidad. Por otro lado, nos encontramos en un contexto en el cual están los ciudadanos demandan mayor PARTICIPACIÓN, entendiendo por esto mayor cercanía a los asuntos estatales e intervención en las decisiones. El Estado, en su afán por modernizarse y ser más INTELIGENTE, se encuentra con el desafío de garantizar la ciudadanía como ejercicio que incluya a todos.
El sufragio como expresión de voluntad política no satisface por completo las ansias de participación de la ciudadanía, y el sistema democrático encuentra cada vez más dificultades en su función representativa. Una sociedad participativa, informada, y empoderada en los asuntos de gobierno es provechosa en un doble sentido: ‘desde abajo’, para hacer valer derechos y garantías de la ciudadanía; y ‘desde arriba’, para lograr transparencia y credibilidad. La aplicación de nuevas tecnologías al proceso de decisión política, contribuye fuertemente a estos objetivos, acercando a los ciudadanos a las decisiones de gobierno.
Las ciudades están incorporando agendas que tienden a sumar innovaciones tecnológicas, ayuntamientos digitales como el del municipio de Andalucía intentan reinterpretar la posibilidad de ejercicio democrático que tienen los ciudadanos. Sin embargo, es necesario que este proceso sea inclusivo, el desafío de la innovación es que las nuevas tecnologías sean accesibles y comprensibles para todos los sectores, con mayor énfasis en los más postergados.
Sin lugar a duda, las políticas públicas deben tener la capacidad de generar mayor participación y abrazar las nuevas tecnologías como herramienta fundamental de ese proceso. Los gobiernos que entiendan la importancia de la RESILIENCIA son los que mejor va a poder adaptarse, junto a sus ciudadanos, a los cambios tecnológicos: percibiéndolos y reaccionando de la manera más provechosa para todos. Superar estos cambios sin caer en la exclusión, el atraso, la crisis de representación y sin obstruir el acceso a algunos derechos, es un camino que ciudadanos y gobiernos deben recorrer por un mismo sendero.
# Lucia Sanchez es estudiante de ciencias políticas, y actualmente se encuentra participando en PANAL, un centro de estudios abierto, multidisciplinario, que entre otros ejes temáticos está incubando un proyecto sobre participación ciudadana y el uso de las nuevas tecnologías.
