Las enseñanzas de los
filósofos pueden orientarse hacia una vida mejor y potenciar nuestra
autorrealización. En este sentido, las ideas del filósofo alemán Friedrich
Nietzsche pueden orientarnos a conocer mejor nuestro presente y planificar el
futuro. Se trata de su metáfora para describir la evolución del ser humano a
través de tres etapas: camello, león y niño.
Según el filósofo, estas
figuras representan estados evolutivos y niveles de consciencia que cada
individuo atraviesa en su camino hacia la libertad.
¿Qué significan el camello, el león y el niño según la
filosofía de Nietzsche?
El filósofo habla de tres niveles distintos de consciencia.
Un primer nivel, básico, que expresa la incapacidad de definirse a uno mismo y
actuar por propia voluntad, del cual se debe evolucionar hasta el nivel pleno
de la libertad de pensamiento y acción.
Camello: La carga de la conformidad
La etapa del camello, se
conoce así porque la persona se asemeja a un animal dócil que carga sobre su
espalda las normas y valores de la sociedad sin cuestionarlos. Se destaca por
la falta de identidad propia y el seguimiento de las pautas dictadas por su
entorno. Es un ser dependiente, sin capacidad de pensar por sí mismo.
León: El rugido de la
independencia
La etapa del león refiere a
terminar con las cadenas de la conformidad. Es el despertar de la
individualidad, el momento en que el ser humano comienza a preguntarse quién
es, de dónde viene y cuál es su propósito en el mundo. Es una etapa rebelde
contra las normas preestablecidas para construir una identidad propia.
Niño: La libertad del juego y
la creación
Cuando la persona entre a la
etapa final, se encuentra en la etapa del niño. Se alcanza la máxima libertad y
la persona pasa a ser un ente autónomo, capaz de crear sus propios valores y
actuar sin ataduras. Metafóricamente, el niño representa la alegría del juego,
la creatividad y la espontaneidad. Se trata de recobrar la inocencia, pero con
la sabiduría y la experiencia acumuladas en el camino.
El verdadero significado de
las etapas
Pasar por las etapas del
camello, el león y el niño es en realidad un proceso continuo de transformación
personal. Cada persona avanza a su propio ritmo, experimentando retrocesos y
avances. Pero, según esta filosofía, lo importante es mantenerse en curso hacia
la libertad y la autodeterminación.
La metáfora de Nietzsche ayuda
a reflexionar sobre nuestro propio presente y desarrollo personal y
preguntarnos: ¿En qué etapa nos encontramos? ¿Somos camellos que aún cargamos
con las expectativas de los demás? ¿Leones que rugen por su independencia? ¿O
niños que han encontrado la libertad de ser ellos mismos?
La metáfora de Nietzsche nos brinda una herramienta valiosa para comprender nuestro propio viaje personal. Es un mapa que nos guía en la búsqueda de la libertad, la autenticidad y la plenitud.
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