El superávit financiero se viene logrando gracias a una
fuerte reducción del gasto público. Pero también tiene un rol importante el
crecimiento de la recaudación impulsado por muy malos impuestos. Esto alerta
sobre la importancia y urgencia de avanzar en el ordenamiento tributario
previsto en el Pacto de Mayo.
El gobierno anunció que mayo 2024 fue el quinto mes
consecutivo en el que se logra superávit financiero. Para alcanzar esta meta se
pasó de un déficit de $10 billones a precios actuales en los primeros 5 meses
del 2023, a un superávit de 2 billones entre enero y mayo del corriente año. Es
decir, se logró una impresionante reversión en las cuentas públicas por
aproximadamente $12 billones.
Este cambio en las finanzas públicas se explica por una
relativa estabilidad en los ingresos (la comparación interanual muestra una
caída real del 3%) y una fuerte reducción en las erogaciones (caída real del
28%). Todos los rubros del gasto muestran variaciones negativas respecto al año
pasado. Por los órdenes de magnitud, se destacan la reducción en las
jubilaciones ($4 billones que equivalen al 34% del total de la baja del gasto),
inversiones ($2 billones que representan el 16% del total de la baja del gasto)
y transferencias a las provincias (1,8 billones que representan 15% del ajuste
en el gasto).
La inédita reducción del gasto y la relativa estabilidad de
los ingresos lleva a no prestarle suficiente atención al comportamiento de los
impuestos. En este sentido, según datos del Ministerio de Economía, entre enero
a mayo del 2023 y el mismo período del 2024, se observa que:
Los derechos de exportación aumentaron en $0,8 billones.
El impuesto PAIS aumentó en $2,1 billones.
El resto de los ingresos, sumando tributarios y no
tributarios, cayeron $3,9 billones.
Estos datos muestran que el superávit no solo se explica por
la fuerte reducción del gasto público, sino también por el aumento en la
recaudación de dos impuestos muy distorsivos como son los derechos de
exportación y el impuesto PAIS. Así como la sostenibilidad de la baja en el
gasto público motiva controversias, similar preocupación debería causar el rol
que vienen cumpliendo en la generación del superávit fiscal dos tributos que
tienen un potente sesgo anti-exportador. Sesgo divorciado del objetivo del gobierno.
Un fenómeno parecido se viene dando a nivel de las provincias
y sus municipios. A la caída de la recaudación asociada a la recesión se le
sumó un drástico recorte en las transferencias nacionales no automáticas. En
los primeros 5 meses del año el recorte llegó al 86% en comparación con el año
previo. La reacción, bastante generalizada, fue paliar el derrumbe de ingresos
aumentando las alícuotas del Impuesto a los Ingresos Brutos o, de manera más
perjudicial para la producción, haciendo más gravosos los regímenes de pago a
cuenta de este impuesto (retenciones y percepciones). Los municipios, por su
lado, siguen similar estrategia con las tasas de Industria y Comercio que
operan como un tributo análogo a Ingresos Brutos o aumentando la tasa vial que
encarece el precio de los combustibles.
La férrea voluntad del gobierno por lograr el superávit
fiscal es un paso fundamental para que la Argentina salga de la decadencia.
Pero no se van a lograr buenos resultados si no se mejora la calidad de los
impuestos que se usan para generar el superávit. Por eso, es estratégico y
urgente avanzar en las transformaciones del Pacto de Mayo. Un ítem
particularmente relevante en este Pacto es el ordenamiento del sistema
tributario.
La experiencia de estos 5 primeros meses del año muestra que el superávit fiscal se sustenta, en parte, con aumentos de muy malos impuestos. Esto pone en evidencia que la propuesta de eliminar los malos impuestos a medida que se reduzca el gasto es voluntarista. Un camino alternativo es que los mejores impuestos absorban los malos impuestos. Por ejemplo, sin esperar nuevas (y deseables) bajas del gasto público, establecer que el IVA nacional absorba a los Ingresos Brutos provinciales y en lo posible a las tasas de Industria y Comercio municipales. Esto permitirá avanzar más rápido hacia un mejor sistema tributario.
Fuente: IDESA
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