El 29 de julio de 1966, luego del golpe de estado contra el presidente Arturo Illia y a un mes de instaurada la dictadura militar autoproclamada "Revolución Argentina" el Presidente de facto, Juan Carlos Onganía, firmó el Decreto-Ley N° 16.192 por el cual se suprimía el gobierno tripartito y la autonomía de las universidades nacionales.
Inmediatamente la comunidad universitaria rechazó
las nuevas disposiciones. En señal de repudio grupos de estudiantes y docentes
decidieron tomar los edificios de diferentes Facultades. La represión no tardó
en llegar, la misma noche del 29 de julio, el gobierno resolvió el desalojo
utilizando las fuerzas de seguridad. La Guardia de Infantería de la Policía
Federal expulsó violentamente a los miembros de la comunidad académica que
habían ocupado las Facultades. Se llevaron detenidas a más de un centenar de personas
y otras tantas resultaron heridas.
Los acontecimientos de la llamada Noche de los Bastones Largos, no solo repercutieron en la opinión pública por el nivel de violencia e impunidad. También dejaron una profunda herida en el sistema universitario y científico del país, que por aquellos tiempos vivían épocas doradas, donde el prestigio de la universidad pública y los logros de nuestros científicos tenían alcance mundial.
Las consecuencias fueron inmediatas, cerca 1.400
docentes presentaron las renuncias a sus cargos. Muchos de ellos abandonaron la
actividad académica de manera definitiva. Otros, continuaron sus carreras como
académicos y científicos en universidades extranjeras, lo que popularmente se
conoció como «fuga de cerebros». También se suprimieron los centros de
estudiantes, las federaciones regionales y la FUA; y se inició una intensa
persecución hacia los militantes en las facultades.
Algunos de esos profesores retornaron en 1983 con la vuelta a la democracia, el gobierno de Alfonsín como una de sus primeras medidas reestablece la legalidad de los estatutos universitarios, y así se inicia un lento y sinuoso proceso de recuperación de la Universidad Publica Argentina, que continua hasta estos días y nos invita a no olvidar aquella página negra de la historia argentina iniciada con la Noche de Los Bastones Largos.
No hay ninguna duda que todavía seguiremos sufriendo las consecuencias de esa noche nefasta.
Lic Javier Argolo