<title>El Periodismo frente al odio del poder y la deshumanización | MUNDO NORTE

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07/06/25

El Periodismo frente al odio del poder y la deshumanización

Ser periodista en Argentina hoy es ejercer un acto de resistencia democrática. Es sostener una linterna en medio de la tormenta, incluso cuando el viento del poder pretende apagarla.

No hablamos de un oficio, sino de una vocación por lo público. Un compromiso con la verdad incómoda, con preguntar lo que otros evitan, con desentrañar lo que se oculta tras los discursos del poder. Esa tarea —ni "casta" ni "mercenaria"— es un pilar de toda sociedad libre.

Hoy, cuando un presidente dice que "no nos odia lo suficiente", no solo agrede a periodistas: deshumaniza una función esencial. Convertir al periodista en "enemigo" busca silenciar el disenso, corroer la credibilidad de la prensa y debilitar el único contrapeso que vigila al poder en tiempo real.

Pero este odio no nos define. Nos define la ética de chequear cada dato, la valentía de investigar aun con amenazas en redes, la responsabilidad de dar voz a quienes no la tienen. En un país fracturado, el periodismo ético es el antídoto contra la polarización salvaje: no toma banderas, sino que ilumina matices.

A quienes nos desprecian: no necesitamos su amor. Necesitamos que respeten la Ley de Acceso a la Información Pública, que cesen las estigmatizaciones desde cadenas nacionales, que entiendan que una prensa libre no es adversaria: es garantía de que la democracia respira.

A mis colegas: sigamos. Con rigor, sin miedo, con la convicción de que cada palabra publicada en defensa de los hechos, es un ladrillo en el muro que protege a la Argentina del autoritarismo. El odio de los poderosos jamás apagará la necesidad social de periodismo.

Porque ser periodista aquí y ahora, es elegir ser guardianes de lo público, incluso cuando el precio sea convertirnos en el blanco de quienes temen a la luz.

Con afecto

Román Reynoso, periodista 

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