La reciente publicación masiva
de los resultados de las Pruebas Aprender 2024 en Argentina han encendido las
alarmas sobre el estado de la educación en general, pero en matemática en
particular, en el nivel secundario. La situación, caracterizada por un bajísimo
rendimiento generalizado y la ausencia de niveles avanzados, invita a una
profunda reflexión sobre las políticas educativas y sus consecuencias en la
formación de los estudiantes. Más allá de las cifras, que son escalofriantes,
este escenario revela de por sí una problemática compleja que demanda un
análisis filosófico y pedagógico que ningún ministro de educación tiene ganas
de hacer sobre el abandono de la calidad educativa en pos de enfoques que
desatienden lo esencial para el desarrollo integral de los alumnos.
Empecemos con los resultados
concretos y sus razones. Los datos de las Pruebas Aprender 2024 son
contundentes y preocupantes. Según informes de prensa, sólo el 14,2% de los
estudiantes de secundaria alcanzó un nivel satisfactorio en matemática. Aún más
alarmante es la constatación de que no se registró ningún estudiante en el
nivel avanzado de la disciplina, un deterioro progresivo desde el operativo ONE
2013 que las políticas implementadas hasta el momento no han logrado revertir.
En contraste, el 58% de los estudiantes logró un nivel satisfactorio en Lengua.
Entre las razones esgrimidas
para explicar estos magros resultados, vamos a seleccionar tan solo tres para
ilustrar el panorama. En primer lugar, el impacto de la pandemia: la
matemática, al ser una disciplina más intensiva en contenidos y que requiere un
abordaje más complejo, resultó particularmente difícil de trabajar desde el
hogar durante la cuarentena. En segundo lugar, los contenidos sin incorporar:
se observa que la mayoría de los estudiantes maneja sólo los contenidos del
ciclo básico de la secundaria, sin lograr comprender los temas más complejos.
Además, en muchos casos, no se llega a trabajar por completo los contenidos
clave del último año, según lo estipulado en el programa oficial. Por último,
la necesidad de actualizar con seriedad y honestidad la formación docente: se
reconoce la urgencia de revisar y mejorar la formación de los docentes en
general, no sólo en matemáticas, un problema que se ha acentuado con el tiempo
y que afecta también a otros países de la región.
Los precitados resultados
sugieren que el problema de la calidad educativa trasciende las desigualdades
socioeconómicas, planteando un desafío persistente al sistema educativo.
Recordemos que Mercedes Miguel, ex Secretaria de Innovación y Calidad Educativa
expresó que "el pensamiento lógico-matemático es una herramienta
poderosa para el pensamiento crítico, para organizar la información que nos
bombardea a diario". Si bien estamos completamente de acuerdo con
ella, queda claro que todo queda en el ámbito discursivo, porque ese
pensamiento lógico-matemático y su precariedad se hunde hasta la propia escuela
primaria y he aquí los resultados.
Ahora bien, más allá de los
datos aterradores, procedamos a intentar comprender el abandono de la calidad
educativa en sí. La situación descrita en los resultados de las Pruebas
Aprender evidencia una tendencia a priorizar aspectos superficiales y cuantitativos
de la educación, en detrimento de la profundidad, la comprensión genuina y el
desarrollo de habilidades esenciales para que los alumnos sean libres y aptos
en un futuro que se muestra cada vez más incierto. Este "abandono de lo
esencial" puede interpretarse desde diversas perspectivas filosóficas y
pedagógicas que vale la pena repasar.
Desde una mirada filosófica,
la educación, en su sentido más elevado, no se limita a la mera transmisión de
datos o la preparación para pruebas estandarizadas. Recordemos que Platón, en
su magna obra "La República", concebía a la educación como un proceso
de "ascenso" que permite al alma alcanzar la verdad y la comprensión
de las Ideas. En este sentido, una educación que no fomenta el pensamiento
crítico, la capacidad de razonamiento y la búsqueda de la verdad en disciplinas
como la matemática, se aleja de este ideal, limitando severamente el potencial
intelectual de los individuos, es decir, manteniéndolos esclavos de un sistema
que los necesita inútiles y distraídos.
Por su parte, John Dewey, un
referente del pragmatismo y la pedagogía progresista, enfatizaba que la
educación debe ser una experiencia activa y significativa, conectada con la
vida real del estudiante. Si la enseñanza de la matemática se reduce a la memorización
de fórmulas y procedimientos descontextualizados, se desvirtúa su propósito por
completo. Para él, "la educación no es un preparación para la
vida, sino que es la vida misma", significando con ello que quien no
está preparado académicamente para vivir, no está preparado para enfrentar los
desafíos que la existencia le presenta. Así, el abandono de enfoque pedagógicos
que promueven la resolución de problemas, la experimentación y la aplicación de
conceptos matemáticos en situaciones auténticas, priva a los estudiantes de
experiencias de aprendizaje valiosas que fomentan una comprensión profunda y
duradera: lo que se aprende bien, no se olvida jamás.
Paralelamente, la perspectiva
de Paulo Freire, con su pedagogía crítica expuesta en su obra "Pedagogía
del oprimido", es útil para encarar la crítica a un sistema educativo que
tiende a "depositar" los conocimientos en los estudiantes sin
fomentar su capacidad de reflexión y transformación. Freire denominó a esto
"la concepción bancaria de la educación", donde el estudiante es un
simple receptor pasivo de contenidos inútiles de una estructura curricular
desactualizada y pésimamente explicada. En el contexto de los resultados
precitados de las Pruebas Aprender, si las políticas educativas impulsan una
enseñanza centrada en "llenar" a los estudiantes con contenidos para
superar una evaluación, sin una verdadera comprensión y la capacidad de aplicarlos,
se cae en esta dinámica patética de formar para aprobar y no para entender. En
definitiva, Freire argumenta que una educación liberadora, por el
contrario, "implica un acto de conocimiento, y no un acto de
transferencia de la información".
Desde el ámbito pedagógico, la
situación también invita a cuestionar las metodologías y la formación misma que
están recibiendo actualmente los docentes. María Montessori propuso una
educación centrada en el niño, donde el ambiente preparado y la libertad del
estudiante para explorar y descubrir son fundamentales. Si la enseñanza de la
matemática se vuelve rígida, desinteresada y desvinculada con la curiosidad
natural del alumno, se coarta su capacidad de aprendizaje autónomo y profundo.
La falta de formación docente actualizada y de estrategias didácticas
innovadoras, como se ha señalado, contribuye a este estancamiento insoportable
que ya es imposible de disimular.
Complementariamente, podemos
revisar la teoría sociocultural de Lev Vygotsky, quien subraya la importancia
de la interacción social y el andamiaje en el proceso educativo. Los resultados
bajos en matemática pueden indicar una falta de mediación adecuada por parte de
los docentes, así como de oportunidades para que los estudiantes construyan
colectivamente su conocimiento. Desde esta perspectiva, la "Zona de
Desarrollo Próximo" (ZDP) de Vygotsky, que representa la brecha entre lo
que un estudiante puede hacer sólo y lo que puede lograr con ayuda, no se
potencia cuando la enseñanza no se adapta a las necesidades individuales y
contextuales, limitando así todo tipo de posible progreso.
Habiendo analizado algunas
posibles causas de la situación que nos consterna, procedamos ahora a pensar en
las consecuencias, tanto para los alumnos como para la sociedad. El abandono de
la calidad educativa, manifestado en el bajo rendimiento, tiene consecuencias
muy profundas que vale la pena considerar en detalle. En primer lugar, la
limitación del pensamiento crítico, en tanto que la matemática es una
herramienta fundamental para desarrollar el razonamiento lógico, la resolución
de problemas y el pensamiento analítico. Pues bien, la deficiencia en esta área
restringe la capacidad de los jóvenes para comprender y abordar la complejidad
del mundo en el que viven.
En segundo lugar, la
fragmentación del conocimiento resulta atroz, porque al no incorporar
contenidos complejos y no comprenderlos a fondo, los estudiantes construyen un
conocimiento parcial o fragmentado que dificulta la conexión entre diferentes
disciplinas y la aplicación de los saberes en diversos contextos. En tercer
lugar, se hace presente una tristísima desmotivación y frustración, porque un
currículo desvinculado de la realidad del estudiante y una pedagogía que no
fomenta el interés terminan generando desgano, frustración, desazón y, en
última instancia, el abandono escolar.
En cuarto lugar, es necesario
reconocer una evidente brecha de equidad. Aunque se señala que el problema
excede las desigualdades socioeconómicas, éstas pueden acentuarse si la falta
de calidad educativa afecta de manera desproporcionada a los sectores más
vulnerables, perpetuando ciclos de desigualdad: con hambre, no se puede pensar
con claridad, y en Argentina, todavía, hay mucha hambre. Por último, tenemos
que ver el impacto en el desarrollo nacional, porque una población con
deficiencias en habilidades matemáticas básicas tendrá limitaciones para
enfrentar los desafíos de una economía globalizada y tecnológicamente avanzada,
afectando la innovación, la investigación y el desarrollo del país.
En conclusión, queridos lectores, es evidente que los resultados de las Pruebas Aprender en Matemática son un llamado de atención urgente. Nos obligan a trascender el mero análisis estadístico para adentrarnos en una reflexión filosófica, política y pedagógica sobre el propósito y la esencia de la educación. El abandono de una enseñanza de calidad que priorice la comprensión profunda, el pensamiento crítico y el desarrollo integral de los estudiantes, en favor de políticas que apuntan a resultados superficiales, compromete el presente y el futuro de una generación a la estamos estafando haciéndoles creer que por haberlos aprobado han aprendido algo. Resulta imperativo repensar las prioridades educativas, invertir en la formación docente y adoptar enfoques pedagógicos que restituyan la riqueza y el significado al aprendizaje, reconociendo que la verdadera calidad educativa es la piedra angular para la construcción de individuos libres, capaces, autónomos, críticos y capaces de transformar su realidad y no sólo soportarla o sobrevivirla.
Lisandro Prieto Femenía