El nudo ciego del gasto: Más
de la mitad de las erogaciones se ajustan por inflación y desafían la sostenibilidad
del ajuste.
El principal logro del gobierno de Javier Milei, el equilibrio de las finanzas públicas que logró domar la inflación, enfrenta ahora su desafío más complejo: la sostenibilidad. Tras el fuerte ajuste inicial de 2024, la continuidad del superávit choca contra una pared estructural: más de la mitad del gasto público está indexado por inflación. Este mecanismo, diseñado para proteger ingresos, se convierte en una trampa cuando la inflación baja.
El análisis de los datos
oficiales del Ministerio de Economía es contundente. A septiembre de 2025, la
"rigidez" del gasto primario es evidente:
- Jubilaciones y pensiones (45%):
Se ajustan automáticamente por inflación vía movilidad.
- Asignaciones familiares (8%):
También siguen la misma regla automática.
- Universidades (3%):
Una ley reciente también indexa sus fondos.
En total, el 56% del gasto
primario se actualiza solo, sin intervención política.
La Paradoja de Bajar la
Inflación
Aquí surge la paradoja que
define el 2025: mientras la inflación desciende, estos gastos indexados
comienzan a crecer en términos reales. La fórmula de movilidad, pensada para
escenarios de alta inflación, ahora presiona sobre las cuentas.
El resultado es que el gasto
público total se mantiene en niveles reales similares al año pasado. El
Gobierno logra compensarlo con fuertes bajas en el resto de los gastos (los
"flexibles"), pero este margen es cada vez menor.
El desafío es mayúsculo. Para
avanzar en reformas clave que mejoren la competitividad, como la eliminación de
impuestos distorsivos (derechos de exportación e impuesto al cheque), se
necesita generar espacio fiscal. Estos dos impuestos equivalen al 18% del gasto
primario.
Si solo el 44% del gasto es
"flexible" y se necesita un 18% de ese total para eliminar esos
impuestos, implicaría reducir casi a la mitad los gastos manejables. Una
maniobra de muy baja viabilidad política y social.
De la Motosierra al Bisturí
La conclusión es clara: la
etapa de la "motosierra", que permitió frenar la emisión monetaria y
la inflación, ha llegado a su límite.
Para asegurar el equilibrio
fiscal a largo plazo y evitar el riesgo de volver al desorden macroeconómico,
se requieren estrategias más sofisticadas y disruptivas.
El Gobierno enfrenta la
necesidad de avanzar en transformaciones integrales que requieren un amplio
consenso político. Esto incluye un reordenamiento profundo del sistema
previsional para moderar el crecimiento inercial de las jubilaciones y un nuevo
acuerdo de coordinación fiscal con las provincias para optimizar el gasto y
mejorar los servicios.
La etapa siguiente demanda instrumentos más complejos que un simple recorte. Las próximas elecciones y la capacidad de lograr acuerdos políticos amplios, como los planteados en el Acta de Mayo, serán claves para determinar si Argentina puede pasar del ajuste de emergencia a la sostenibilidad económica.
FUENTE: IDESA
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