Esas islas, símbolo de la demagogia argentina - MUNDO NORTE

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02/04/14

Esas islas, símbolo de la demagogia argentina

“En 1982, partió un avión militar con los principales dirigentes de todo el arco político para apoyar la guerra. Hubo uno que no fue”, reza el afiche en homenaje a Raúl Alfonsín que apareció en distintos puntos de la ciudad de Buenos Aires y la Provincia.


Un afiche en homenaje a Raúl Alfonsín apareció en distintos puntos de la Ciudad y la Provincia, en ocasión del 32 aniversario de la guerra de Malvinas, con la leyenda: “En 1982, partió un avión militar con los principales dirigentes de todo el arco político para apoyar la guerra. Hubo uno que no fue”, junto a la imagen del ex presidente.
El mensaje está firmado por la UCR-Morena, agrupación interna que lidera el diputado nacional Ricardo Alfonsín, y recuerda actitudes que mantienen ciertos hombres en circunstancias en las que la sociedad cree estar en la dirección correcta. El ex presidente Raúl Alfonsín fue el único dirigente que no cayó en la trampa demagógica.
La plaza de Mayo había sido el escenario irracional de una multitud enceguecida en un nacionalismo superficial y propio de una dictadura que tiraba manotazos de ahogado.
Esa multitud que vivaba al dictador Leopoldo Galtieri cual héroe fue la que muy poco tiempo después pidió que la dictadura militar llegara a su fin, quizá arrastrada por los vaivenes que dan las sociedades desorientadas que se suman a conductas o actos demagógicos de gobiernos populistas o fascistas, como fue el caso de las dictaduras latinoamericanas, sin comprender las consecuencias de actos ilegales y atroces.
El ex presidente Alfonsín fue uno de los pocos políticos que durante el conflicto exigió al gobierno militar que proveyera información verídica sobre la marcha del enfrentamiento bélico, mientras la gran mayoría de dirigentes argentinos se sumaban a la euforia promovida por la propaganda oficial y reproducida por todos los medios de prensa nacionales.     
El afiche recuerda que, ante la guerra de las Malvinas, Alfonsín fue uno de los pocos políticos argentinos que se opuso a la acción militar en las islas y sostuvo que su finalidad era lograr el fortalecimiento de la dictadura.
El ex presidente no participó de la delegación que se trasladó a las islas, mientras que varios dirigentes políticos que integraban la Multipartidaria y sindicalistas se trasladaron a Puerto Argentino junto con jefes militares, para asistir a la asunción del nuevo gobernador militar de las islas, el general Mario Benjamín Menéndezel 7 de abril de 1982.
 “A ver si nos entendemos. Vamos a poner en riesgo el único pleito internacional que estamos ganando. Lo vamos a poner en riesgo por una locura, por una aventura, por un acto demencial de una camarilla militar que no tiene idea que el mundo está parado, no entienden que resulta absolutamente imposible estar más de 60 días en guerra contra las dos potencias más poderosas del mundo”, había dicho Alfonsín por esos días. 

Sábato como  Alfonsín
El escritor Ernersto Sábato también alzó su voz en contra del enfrentamiento bélico.
“Cuando un general irresponsable, famoso no por sus hazañas guerreras sino por su consumo alcohólico, decidió de la noche a la mañana invadir las Islas sin planes previos y serios, sin comandos organizados -como se comprobó durante el proceso, por más que se trató de evitar los mayores escándalos- y mandó a miles de chicos que hacían el servicio militar, la mayor parte sin instrucción para una aventura semejante, echó a rodar la tragedia. Eran pobrecitos correntinos, formoseños, misioneros y chaqueños acostumbrados al calor, sin abrigo suficiente para aquellos frígidos territorios, en trincheras con barro helado, a muchos grados bajo cero, por lo que tantos sufrieron la amputación de sus pies, sin ni siquiera tener alimentación caliente y adecuada. Tanto era el desorden, la improvisación y la irresponsabilidad de los jefes, que permitían que hasta los chocolatines que se enviaban por parte del pueblo no llegaran a los más necesitados”, había declarado al diario Clarín en el año 92.
Y agregó: “No fueron pocos los que se asombraron que en aquel tiempo aciago yo apoyara a nuestros combatientes en esa guerra loca desencadenada por la peor dictadura que hemos padecido. Lo que hacía y lo volvería a hacer era estar del lado de esos muchachos que dolorosamente trataban de defender y morían por defender una Islas rocosas, que para muchos realistas de aquí y del extranjero no servían para nada. Cuando en realidad eran y son un símbolo y ninguna Nación, ningún ser humano, puede vivir y sobre todo morir sino por símbolos sagrados”.

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