“Benavidez
es una región principalmente de
clase media y de clase media baja con
grandes extensiones de familias en viviendas en construcción progresiva”, detalla la Majo Gómez Iza,
coordinadora de los Microcréditos de Vivienda Digna. Estos préstamos para mejorar el hogar permitieron que más de
3500 familias hayan transformado su casa.
Tanto
en esta localidad del partido de Tigre, como también en otras zonas del
conurbano norte de la provincia de Buenos Aires y en Wanda, Misiones, la
organización tiene sedes de esta línea de acción, que permite el mejoramiento
de la casa por medio de microcréditos que se toman en tramos. Además, el requisito es que las familias se unan en un mínimo de
tres grupos para ser garantes solidarios unos de otros.
La elección de estos puntos en la provincia
para abrir una sede no es azarosa. “El
primer criterio histórico de Vivienda Digna fue trabajar en zonas que
estuvieran vinculadas al obispado de San Isidro”, explica Majo. Pero eso no
es suficiente: “también elegimos
territorios donde los sectores populares conformaron barrios de distinto
tipo. En la observación, en los
datos y en los números estadísticos uno encuentra un número grande de población
con vivienda deficitaria.”
Es así que Benavidez quedó comprendida
dentro de las regiones en las que Vivienda
Digna desarrolla proyectos de hábitat y vivienda. Sin embargo, los
Microcréditos no fueron los primeros en desembarcar en aquel lugar. “Se
convirtió en una zona de trabajo cuando Vivienda Digna recibió terrenos en
donación para la construcción de los barrios JUPO I, II y III”, comenta la profesional del área
social. Este proyecto permitió brindar soluciones
habitacionales para 92 familias. Al
estar en la zona, pudieron “conocer en
profundidad a la comunidad y sus necesidades”, que nos dio la pauta para continuar
trabajando junto a los vecinos.
Allí
se articularon dos líneas de acción de Vivienda Digna: Microcréditos y
Proyectos. Un ejemplo claro de este trabajo en
conjunto es la historia de Liliana More
y su familia. En 2007 ella realizó la primera ampliación de su vivienda con
el microcrédito que tomó en conjunto con su madre y su hermana. Su grupo,
“Luciérnaga”, aún sigue vigente ya que continúan construyendo el sueño de la
vivienda terminada. Además, este año pudo hacer su baño con el equipo de
Proyectos con el “Mejor
Vivir”.
Liliana también contó con el apoyo del
equipo de arquitectos voluntarios del área de Microcréditos para sus reformas. “Ellos vinieron a mi casa con cada crédito
que tomé. Cuando iba a retirar la chequera en la fundación me entregaban el
dibujo hecho por los arquitectos que decía los materiales que teníamos que comprar
para no malgastar la plata”.
Al preguntarle por su próximo objetivo, Liliana
responde esperanzada: “queremos hacerle
la pieza a mi hijo mayor”. Para lograrlo ella nos sigue eligiendo porque “uno
tiene confianza, nosotros confiamos en ustedes y ustedes confían en nosotros
porque somos de cumplir”.
La vivienda donde vive Liliana empezó a
edificarse en 1992 cuando decidió mudarse junto a su marido para hacer de ese,
el lugar donde hoy crece su familia. “Ahora
tengo mi casa digna, como la fundación”, sostiene feliz por los logros
alcanzados.