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06/10/21

Raúl Alfonsín, y la historia que le ocultan a los jóvenes liberales

"Las estadísticas son como las `bikinis´: lo que muestran es importante, pero lo que ocultan... ¡Es fundamental!". 



Casualmente, esa frase, de la cual no pretendo hacer un juicio de valor moral, se la escuché pronunciar a Javier Milei en reiteradas oportunidades al momento de hablar sobre la coyuntura socio económica nacional. Su expresión tiene una finalidad muy clara: demostrar la importancia de la estadística como método para interpretar y analizar la realidad, sin desconocer la imposibilidad de su lectura como un conglomerado de números, carente de contexto. 

Precisamente por ello, lo "fundamental" está en lo que se "oculta". Por caso, no es una circunstancia azarosa que el gobierno nacional haya querido aprovecharse de este resultado distorsionado que muchas veces nos ofrece la estadística, al expresar que la recuperación económica de este año era una "récord". Justamente, ante un resultado desastroso cualquier mejora puede ser vista desde la estadística como un crecimiento exponencial, cuando en los hechos no esté ni cerca de serlo.

Ahora bien, dicho esto, los invito a trasladarnos un par de décadas en el tiempo para analizar algunos hechos que hicieron al contexto que rodeó al gobierno del Dr. Raúl Alfonsín y que, como es sabido, culminó con una hiperinflación y la entrega anticipada del mandato a quien lo sucedió, Carlos S. Menem.

Un factor extremadamente relevante a tener en cuenta al momento de analizar el gobierno de Raúl Alfonsín, fue el ingreso al Congreso de la Nación del proyecto de ley conocido popularmente como "Mucci", a los once días de haber asumido la presidencia. "La legislación garantizaba la representación de las minorías opositoras, proporcionaba la fiscalización del Estado para que haya transparencia en los comicios y hasta flexibilizaba los requisitos para ser candidato gremial.", expresó Juan Piscetta, en una nota escrita en el portal “Infobae”, titulada "Raúl Alfonsín y los sindicatos: el proyecto de ley que selló una enemistad sin retorno." El objetivo de Alfonsín no era la desarticulación del movimiento sindical, que lejos estaba de su pensamiento filosófico político, sino la democratización de estructuras burocráticas que, en muchos casos, y como había denunciado durante su campaña como candidato a presidente, tenían incluso vinculaciones con la dictadura del 76 ("Pacto militar- sindical").

¿Qué sería de los sindicatos que tenemos en la actualidad si hubiese prosperado esta ley? Es una pregunta para la cual carecemos de respuesta, aunque la imaginamos, pero lo que sí es un hecho incontrastable fue la unificación de una CGT que se encontraba dividida, lo que derivó en trece (13) paros generales que padeció Alfonsín durante su gobierno.

Una segunda cuestión a considerar al momento de analizar el gobierno de Raúl Alfonsín, fue la herencia económica recibida por parte de la dictadura militar: asume la presidencia con 14% de déficit fiscal, el más alto de la historia. A todo esto, hay que adicionarle el descomunal incremento de la deuda externa por parte de la dictadura (pasó de 7.800 millones de dólares en 1976 a 45.000 millones de dólares en 1983), lo que significó la imposibilidad de acceder al financiamiento internacional; la inercia inflacionaria arrastrada (el último año de la dictadura la inflación había sido de 343,5%), y; la caída consecutiva del PBI (-5,7% en 1981 y -3,1% en 1982).

Otra circunstancia muy importante a considerar, y que económicamente explica el contexto en el cual estuvo inmerso el gobierno de Raúl Alfonsín, fue la siguiente: ante los cambios de paradigmas mundiales, y acercándonos a la etapa final del ambicioso Plan "Austral", se propone la "privatización parcial y/o total de las empresas estatales" con la finalidad de modernizar el Estado, así como de encausar las cuentas fiscales y evitar acelerar la emisión monetaria. Esta iniciativa, desconocida en la actualidad por mucha gente, fue bloqueada por el Partido Justicialista, so pretexto de ser medidas que iban en detrimento de los intereses de la nación. Lo irónico del argumento esgrimido por el bloque Justicialista fue el hecho de que años más tarde, y bajo el gobierno de Carlos S. Menem, ellos habrían de efectuar esas privatizaciones de una forma completamente desmedida y en una suerte de capitalismo corporativo, ahora sí notoriamente perjudicial para los intereses del país.

Y como si esto fuera poco, en el medio de todo este caótico contexto que padecía el gobierno de Raúl Alfonsín, se debía reconstruir la moral de una sociedad azotada por más de una década de violencia política, incluidos siete años de la dictadura más sangrienta de la historia. En ese sentido, en el año 1985 se llevó a cabo un juicio que daría vueltas a lo largo del mundo por su ejemplaridad. Ello se debió a la transparencia con la cual se efectuó el proceso: se juzgaron con todas las garantías ofrecidas por el debido proceso en el marco de un Estado de Derecho a los responsables de las atrocidades perpetradas durante la dictadura militar 1976-1983, así como a las cúpulas de los grupos guerrilleros de años previos- algo que también es conocido en la actualidad por poca gente-, sin equiparar, desde ya, el accionar de ambos y desmintiendo categóricamente la teoría de "los dos demonios". Pero esto también tuvo su costo político e influyó en el contexto que rodeó al gobierno de Alfonsín: como consecuencia de estos avances padeció varios alzamientos militares que pusieron en jaque la democracia, siendo el más recordado el ocurrido en Semana Santa de 1987.

¿Podemos hablar del resultado final sin conocer cómo fue el recorrido que llevó al mismo? Sabiendo del contexto que rodeó su gobierno y todo lo que se intentó hacer, ¿Podemos hablar con tanta dureza de Raúl Alfonsín? Democratización del modelo sindical, modernización del Estado, reducción del déficit fiscal, ¿Acaso no son premisas que ustedes, jóvenes liberales, defienden? ¿No será que la política, como la vida, no es solo teoría, sino más bien practica? ¿Qué por más claros que uno tenga los conceptos, muchas veces las cosas no dependen solo de la buena voluntad? Y eso no es quitar responsabilidades, cuando se está en el poder se es responsable de lo bueno y lo malo de la gestión. Es así. Pero entender el todo, sin mirar solo lo último, es un ejercicio necesario a la vez que justo para hacer el balance de un gobierno.

Raúl Alfonsín jamás desconoció sus falencias y siempre se hizo cargo de los errores cometidos bajo su gobierno. Por eso cuando habló en la sociedad rural, siendo abucheado por una muchedumbre hostil, no dudó en decir que él “podría sumar, señor presidente, críticas a la que usted me formula. Yo sé y empiezo por decirles a todos, como hombre humilde de esta argentina que me ha elegido presidente, que he cometido errores…”. Y nos dejó sobre el final una frase que sintetiza en gran medida su legado, el cual va más allá de una mera lectura economicista: “Yo los invito para seguir discutiendo. No vamos a cambiar nuestras posiciones, pero estoy seguro que pueden ser perfeccionadas, que pueden ser enriquecidas.”  


Santiago Tulián

Presidente de la JR de La Matanza

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