Entraron a mi garage mientras dormíamos con mi hijo. Robaron todo lo que encontraron en el auto, absolutamente toda su documentación, sus camperas, perfume, llaves y control remoto de la puerta de entrada al barrio. Luego me entero que a mi vecino le llevaron su camioneta que utiliza para trabajar.
Y los amigos te palmean la espalda con la frase reiterada y ya convertida en mantra, “por suerte están bien”.
Pero no, bien no estamos, no quiero solamente agradecer la vida. ¿Es todo lo que merecemos?
Y mientras escribo en mis redes observo las de los políticos viajeros, que mientras Argentina arde en sus miserias se dedican a hacer campaña en el exterior, porque les damos la sensación de que a pesar de su ineficiencia e ineficacia pueden seguir ganando elecciones y sometiéndonos a su inutilidad, por la cual pagamos exhorbitantes sueldos que no merecen en absoluto.
¿Es que acaso nos ganaron? ¿Nos ganaron la partida y entregamos los derechos más básicos, las garantías constitucionales, la legítima facultad de exigir seguridad, educación, justicia y gestión exitosa para no vivir con el corazón en la boca? ¿O es que nos tapan la boca con el corazón porque tampoco nos permiten acceder a los alimentos?
¡Miserables!, ¡traidores a la patria y a sus votantes!
Nos han quitado vida aún a pesar de conservarla. Porque merecemos más. No permitanos que se crean con el derecho de quitarnos el deseo de vivir en casa.
Es nuestra casa y ojalá en un muy cercano futuro aprendamos a defenderla y a echar fuera y bien lejos a los que debieron cuidarnos y decidieron cuidarse solo a sí mismos. Votemos otra cosa, esto no va más.
Lic Sandra Pettovello
Ciudadana