MONSEÑOR GUILLERMO CARIDE PRESIDIÓ LA MISA DE INICIO DEL MINISTERIO PASTORAL COMO OBISPO COADJUTOR. - MUNDO NORTE

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06/04/24

MONSEÑOR GUILLERMO CARIDE PRESIDIÓ LA MISA DE INICIO DEL MINISTERIO PASTORAL COMO OBISPO COADJUTOR.

Viernes 5 de abril de 2024 Catedral de San Isidro.

Estamos celebrando la Pascua, el Padre ha resucitado a su Hijo. Jesús es el Señor, Él venció al mal y la muerte, Él es la palabra definitiva del amor de Dios sobre el mundo y ese amor es más fuerte que todo lo que hiere la vida humana. Celebrando este Misterio de amor, es que inicio este ministerio como obispo coadjutor de la diócesis, que significa, que en el futuro sucederé en el pastoreo de la diócesis a nuestro obispo Oscar. La sucesión nos habla del camino diocesano, de nuestra historia eclesial, de la multitud de rostros que construyeron esta iglesia. Desde este momento de nuestra vida eclesial es que los invito a mirar a Jesús, el Señor de la Iglesia y a la iglesia fruto de la Pascua. 1. Esa noche no pescaron nada…y dejándose conducir por la palabra de Jesús, que les dice, tiren la red a la derecha que encontrarán…y las redes se llenaron tanto que no podían arrastrarla. ¿De dónde surge la fecundidad espiritual, de dónde viene la fecundidad en la misión? …de dejarse conducir por la palabra de Jesús. Tiren las redes hacia allí…

Él es el Señor de la Iglesia, Él es quien lleva adelante la misión, Él siempre llega primero a las distintas realidades y nos espera allí. A nosotros nos toca escuchar su palabra, discernir por donde nos quiere conducir en medio de lo que vivimos y seguirlo. La fidelidad de todo discípulo pasa por dejarse conducir por su amor, y allí encontraremos fecundidad. La fecundidad del evangelio es distinta al éxito, porque es siempre pascual, pasa por la pasión y la muerte. Atraviesa nuestras desolaciones e incertidumbres, miedos y dudas, luchas y fracasos. La fecundidad brota cuando se asume la fragilidad. Es confiándonos a Él en nuestra falibilidad que podemos aprender de nuestros errores. Es confiándonos a su misericordia en nuestro ser pecadores que podemos experimentar la alegría del perdón. Es confiándole nuestra vulnerabilidad que aprendemos a vivir de su providencia, hoy, como a tantos, a nosotros también como iglesia diocesana nos cuesta llegar a fin de mes, pero allí, confiándonos, es que podemos descubrir por donde nos quiere conducir y a qué aprendizajes nos quiere llevar. 

Es confiándonos en nuestras humillaciones donde el Señor obra su purificación en nosotros. Allí recibimos la gracia del arrepentimiento que nos abre a la verdad y nos libera de la condenación de volver a repetir aquello que hizo daño, a otros y a nosotros mismos. El Señor no está ausente de ninguna realidad, es en medio de ella dónde lo seguimos, es allí donde nos pide respuesta. La fidelidad pasa por la realidad que nos toca hoy, y no fuera de ella. 2. Muchachos tienen algo para comer…así se acerca Jesús. La cercanía es el estilo de Jesús Es en la cercanía a la realidad, a lo que viven las mujeres y los hombres de hoy donde aprendemos a escuchar la voz del Señor. Discernir es la tarea de todo cristiano adulto y de toda la comunidad eclesial, y se discierne en la cercanía. a. Vivimos un cambio de época, como dice el Papa Francisco, grandes cambios y a gran velocidad. Toda la vida cotidiana está atravesada por los cambios culturales, las relaciones, los vínculos, lo social, el trabajo y también la búsqueda espiritual de los creyentes y no creyentes. Los cambios culturales nos atraviesan a todos, laicos y consagrados, adultos y jóvenes, nos afectas de diferentes maneras, pero nos incluyen a todos. Siempre me ha ayudado mucho escuchar a los jóvenes para tratar de entender lo que sucede, en ellos noto que se manifiesta con más claridad lo que sucede en medio de la sociedad, en ellos se expresan más abiertamente las búsquedas y los malestares del tiempo cultural. Allí, en esos cambios culturales, es dónde el resucitado llega primero, allí es donde podemos descubrir a que nos está llamando y por donde nos quiere conducir. Allí es donde podemos preguntarnos qué nos pasa con lo que pasa, reflexionar, discernir, cambiar, confirmar, encontrar nuevos caminos. Allí, es donde superamos la tentación de la nostalgia, de la parálisis por los “habría que” o los “pero” …o el retorno hacia atrás buscando un refugió del vértigo de los cambios culturales. Allí, es donde aprendemos a leer el evangelio, desde allí escuchamos la memoria de la Iglesia, allí podemos descubrir a que nos invita hoy, a dejarnos moldear en el estilo creyente, que el Espíritu nos quiere regalar en el tiempo cultural que nos toca vivir. Desde allí, es dónde nos animamos a crear pastoralmente, aunque siempre nos acompañe la posibilidad del error, a soltar las estructuras pastorales que nos pesan y que no responden a la realidad, aunque nos acompañe la inseguridad del soltar. b. Es en la cercanía a los pobres y a toda persona que sufre aprendemos a vivir el centro del evangelio, la misericordia. Porque en el encuentro queda expuesta nuestra fragilidad, desde ella nos acercamos al otro. 

El acercarse al otro desde la propia pobreza nos libera de la tentación del sentimiento de superioridad, que nos hace pensar que yo sé cómo tiene que vivir el otro. En medio de la crisis económica que nos afecta a todos, volvemos a lo esencial, a estar cerca de aquellos que más la sufren. La presencia junto a los pobres en las comunidades es expresión de nuestro ser cristianos, ¿cuándo te vimos hambriento o sediento y te atendimos? ¿cuándo te vimos de paso y te alojamos? ¿cuándo te vimos enfermo o preso y te visitamos? … y el Señor nos responderá...cada vez que lo hicieron con el más pequeño de mis hermanos lo hicieron conmigo. Pueden cambiar los modos pastorales de estar presente junto a los pobres y los que sufren, pero lo que no podemos hacer es dejar estar presentes. 3. Los invito a detenernos en la imagen de la red de los pescadores de esa noche Es imagen de la iglesia que nace en la Pascual, es capaz de acoger en su seno la diversidad. Es e la comunión donde la diversidad puede ser experimentada como riqueza. Está en nuestro ADN la comunión en la diversidad. La red se tensa para albergar a todos. Allí, en esa tensión es que discernimos por dónde nos quiere llevar el Señor. Porque nos abre a a recibir algo más grande que nosotros, una novedad que excede nuestras expectativas. Un don que nos supera. La diferencia nos enriquece, no es amenaza, no invalida el propio camino, la comunión no es uniformidad, no es un modelo de pensamiento único. La caridad es paciente, nos permite sostener procesos cuando todavía no amanece la claridad de lo que buscamos, pero sabiendo que el Señor nos sorprenderá en la abundancia de la respuesta. No es raro que en la sociedad aparezca la tentación del individualismo, de desvincularse de la comunidad, de quedarse aislado en la propia subjetividad, de convertir al que piensa distinto en enemigo, de la indiferencia frente al dolor o del sálvense quien pueda. No es raro uno de los malestares que surge es la soledad o que aparezcan en la vida social los sentimientos del odio, del asco o del miedo al otro. Cuando ese virus ingresa en el cuerpo eclesial nos aislamos, nos cortamos solos, se ideologiza la fe, se cierra el discernimiento en los propios afectos sin apertura a los hermanos. La llamada del Espíritu en el cuerpo eclesial es clara, siempre adentro de la comunión sosteniendo la diferencia, pero nunca en la vereda de enfrente. La división, la descalificación, y el sentimiento de superioridad moral no son del buen espíritu. Ahí perdemos. Siempre el criterio de discernimiento será la comunión eclesial, el sentir con la Iglesia. La iglesia diocesana es muy grande y diversa, el camino sinodal nos ayuda a poner en comunión las diferentes realidades y caminar en el discernimiento comunitario. Hermanos y hermanas, estamos celebrando el misterio de Amor más grande que es la Pascua del Señor, Jesús ha resucitado, está junto al Padre e intercede por nosotros, y ha derramado su Espíritu sobre todos nosotros. Volvamos con nuestra imaginación a la escena del evangelio, en la noche, después de no haber pescado nada. Allí, en el amanecer, para que, en medio de nuestra realidad, escuchemos la voz del Señor, hagamos el acto de confianza de dejarnos conducir por su palabra, y seremos sorprendidos con una fecundidad desbordante.


Román Reynoso 2024 

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