
Desde hace un largo tiempo que el radicalismo viene soportando uno de los peores procesos de crisis, que le haya tocado vivir a lo largo de su mas de cien años de vida en la historia política de nuestro país, y lamentablemente esta dura realidad tiene seguramente un cúmulo de razones que la provocaron.
Entre las razones que provocaron la actual crisis de representación que sufre nuestra centenaria fuerza política, seguramente podremos señalar la falta de un profundo y serio debate ideológico y doctrinario, la falta de control sobre la actuación de nuestros representantes tanto a nivel partidario como a nivel electivo, y sobretodo la falta de un discurso o postura única y coherente.
En la teoría de la organización de una fuerza política está bien marcado como debe ser el proceso de selección de un candidato por ejemplo, y en la Unión Cívica Radical venimos haciendo todo al revés de lo que dice dicho manual. La verdad es que primero el partido debiera discutir seriamente cual va a ser el “Programa de Gobierno” que va a llevar adelante, luego ver quien o quienes están de acuerdo en cumplir fielmente esas pautas, y entonces recién ahí elegiremos entre los postulantes a quien nos terminará representando a todos los radicales.
Es necesario destacar que la crisis de representación es definida como la pérdida de confianza en una fuerza política por parte de la sociedad, y el radicalismo lo viene sufriendo no desde la caída de Fernando De la Rúa como muchos creen, sino desde algún tiempo antes. Hay que aclarar que desde 1985, el radicalismo solo (o sea la LISTA 3) no puede ganar una elección a nivel nacional, y eso es porque la gente no termina de confiar plenamente en nosotros, pero no porque la sociedad no nos quiera o sea mala, sino porque no le estamos dando muestras claras de estar en la vereda del interés público.
El radicalismo tiene un sentido de existencia en la vida política argentina, y lo podemos sintetizar en la magnífica definición realizada por HIPOLITO YRIGOYEN durante los acontecimientos revolucionarios de 1905 cuando declara que "La Unión Cívica Radical no es un partido en el concepto militante, es una conjunción de fuerzas emergentes de la opinión nacional, nacida y solidarizadas al calor de las reivindicaciones públicas", o sea que desde ese mismo momento nos está diciendo cual debe ser nuestra misión dentro de la vida política argentina. Pero esto se complementaría tiempo después con la mejor síntesis sobre la tarea que debiera cumplir el radicalismo realizada por MOISES LEBENSOHN, cuando declara que "Nuestra tarea es estar allí donde entre en conflicto el privilegio de las cosas o los derechos del dominio con los reclamos de la vida humana, estamos y estaremos con los reclamos de la vida humana, enfrentando a todos los poseedores de la tierra", lamentablemente a lo largo de la historia de nuestro centenario partido muchas veces pareciera que nos hemos olvidado de estas dos magníficas definiciones.
Es necesario simplemente repasar la historia del radicalismo para ver que cuando cumplimos con estos dos principios básicos, la sociedad nos premió con su confianza para conducir los destinos de nuestra querida nación. Cuando la sociedad se cansó de un sistema de gobierno que elegía mediante el uso de la "dedocracia" de la autoridad saliente a quien lo debía suceder, cuando se cansó de un plan sistemático que le imposibilitaba ejercer el derecho de elegir y ser elegido democráticamente, nos eligió de la mano de HIPOLITO YRIGOYEN para que transformáramos la realidad y le pusiéramos fin a la injusticia que se estaba cometiendo.
Cuando la sociedad le quiso decir basta a un gobierno que había conquistado el poder con ideas desarrollistas, luego de haber tenido que negociar con el peronismo que estaba impedido de participar en las elecciones por decisión de la dictadura militar de turno, y que una vez llegado al poder, hizo todo lo contrario a lo que venía sosteniendo durante toda su etapa de legislador nacional, o sea comenzó a regalar los pozos petroleros, a destruir lentamente la industria nacional entre otras cosas, nos eligieron otra vez a los radicales que seguíamos estando en el viejo tronco yrigoyenista, y asumimos el gobierno de la mano de ARTURO ILLIA.
Cuando la gente decidió decirle basta a una dictadura militar, que hizo del terror y la muerte su lema fundamental, primero con el combate contra la subversión cometiendo todo tipo de atrocidades, y como una especie de segundo acto de su película de terror, intentaron recuperar las Islas Malvinas que por derechos nos corresponden, en un conflicto bélico que por supuesto sirvió solamente para enviar a muchos compatriotas argentinos a la muerte. Ante este panorama, el Radicalismo pudo demostrar con RAUL ALFONSIN, que era el único partido que podía garantizar la VIDA y la PAZ, por eso y otras tantas razones que haría estos aportes muy largo, la sociedad nos eligió en esa histórica jornada del 30 de octubre de 1983 para que reinstaláramos no solamente la Democracia en Argentina, sino que nuevamente el resto del mundo tuviera respeto por nuestra nación.
Luego de la caída del gobierno de la Alianza, el radicalismo entró en un verdadero proceso de desintegración, de hecho se parecía mas a una confederación de partidos provinciales que a un verdadero partido nacional. Se produjo un estado de crisis tan importante que permitió que se produjera que muchos hombres y mujeres se alejaran para buscar amparo en otras alternativas que podían resultar mas beneficiosas. Tuvimos algunos que armaron su propia fuerza política como intento de salvación, otros que se retiraron momentáneamente de la vida política, también los hubo quienes encandilados por las luces del poder y por naciente proyecto de transversalidad, creyeron que el proyecto kirchnerista era el que mejor los representaba, y obviamente hubo muchos que nos quedamos a resistir dentro de nuestro centenario partido.
Estos últimos estamos convencido de lo expresado por MOISES LEBENSOHN cuando decía que "El Radicalismo no es una etiqueta que se coloca sobre un hombre como sobre un frasco en una droguería. Es un contenido. Quien no alienta pasión de justicia y a su influjo gobierna su vida, no es radical por mas que así se titule y por alta que sea su ubicación en el escalafón partidario. Radicalismo no es una mera adscripción a un partido. Cual la democracia, es una norma de conducta, un estilo de vida".
Ahora tenemos la oportunidad de dar la batalla necesaria para producir una reunificación de nuestra fuerza política, pero para ello tenemos que tener algunos conceptos básicos bien presentes (que ademas seguramente nos garantizará ese proceso de renovación y modernización partidaria) que tanto nos gusta hablar a los radicales en este último tiempo. Para que todo esto se produzca, hay que tener bien presente lo expresado en el acto conmemoratorio del vigésimo quinto aniversario del retorno de la democracia por RAUL ALFONSIN cuando dijo en su mensaje grabado “no sigan hombres, sigan ideas”, y esta afirmación viene sustentado por una gran definición realizada por CRISOLOGO LARRALDE cuando en 1952 declara que “Debemos dejar de priorizar lo circunstancial –el movimiento interno al servicio de sus dirigentes- en desmedro de lo permanente –el partido al servicio del pueblo-, pues de este modo la estructura se resquebraja y el radicalismo deja de ser creíble. (….) El sector que debería ser el territorio común de los que piensan y sienten de un mismo modo, es apenas la confluencia de los que se unen para atacar a los del sector de enfrente y subdividirse luego para terminar atacándose entre ellos mismos. ¿Adonde iremos a parar si no reflexionamos, si no nos detenemos a tiempo?”.
Es verdad que dentro del radicalismo conviven las mas diversas corrientes ideológicas, como el krausismo, el federalismo, el liberalismo, el nacionalismo, el conservadurismo, la socialdemocracia y el desarrollismo entre otras, pero es necesario que cada sector ponga lo mejor de sí y así todos juntos podamos demostrarle a la sociedad que estamos nuevamente en carrera, que contamos con un verdadero proyecto alternativo serio y coherente, y entonces seguramente volveremos a lograr que la sociedad se enamore de la Unión Cívica Radical.
Pero también es nuestra obligación histórica hacerlo porque como lo dijera LEANDRO N. ALEM en una de sus más magníficas definiciones que nos dejara como legado, cuando expresó que "Nunca he participado de esa idea de que en política se hace lo que se puede y no lo que se quiere. Para mí hay una tercera fórmula que es la verdadera. En política, como en todo, se hace lo que se debe, y cuando lo que se pueda hacer es malo, ¡No se hace nada!".
Pero tenemos que definir urgentemente que radicalismo queremos tener en los próximos tiempos, por un lado están los que quieren una fuerza política que siga representando a los principios y banderas históricas que nos dieran origen a finales del siglo XIX, o sea que sigamos siendo “la causa de los desposeídos”, o “la lucha contra el régimen falaz y descreído”; o si en cambio enterramos todas nuestra historia y nos juntamos con aquellos sectores que representan la derecha mas reaccionaria que jamás hayamos visto, para ser el canal apto de su pensamiento y de su proyecto de país. Es nuestra obligación ética y moral no seguir permitiendo que se siga entregando nuestros principios y nuestra ideología por algunos puestos en listas electorales, contratos laborales o negocios personales,
Entonces, si logramos revertir esta situación, nos unimos todos mas allá de los accidentales lineamientos internos existentes, es muy seguro que le estemos dando la posibilidad a las futuras generaciones que cuenten con una herramienta fundamental para su transformación y cuidado, pero en cambio si seguimos pensando en la construcción de nuevos movimientos internos que tengan la misma función que en la actualidad, lo único que vamos a conseguir es convertirnos en aquellos que están conduciendo a este nuevo Titanic lenta pero inexorablemente hacia el témpano de hielo que provocará la ruptura y el posterior hundimiento para siempre.
En síntesis tenemos una misión muy importante, y es volver a las fuentes para poder lograr la definitiva reconstrucción y unificación de nuestra querida y centenaria fuerza política, y una vez mas tenemos que recurrir a las definiciones de aquellos que con su coraje y valentía lograron quedar para siempre dentro de la historia, esta vez quien nos marca el camino y nos dice que somos y que deberemos volver a ser es HONORIO PUEYRREDON cuando dice que “El Radicalismo no es, como he dicho, una fuerza puramente electiva y por consiguiente, un puente para llegar a las distintas posiciones; es una religión de sacrificios. Al incorporarnos a este partido, tenemos que dejar en los umbrales nuestras ambiciones personales, mucho de lo que podríamos utilizar si fuéramos libres. Esa es la disciplina que el pueblo quiere. El pueblo, en la simplicidad, pero en la profunda penetración de su psicología, nos juzga a cada uno de nosotros y de nuestras conducta privada deduce nuestra conducta política”.
Y ahora que nos encontramos embarcados en este importante y fundamental proceso del radicalismo, porque a pesar de las dificultades que se nos presenten diariamente, todos tenemos que estar convencidos de que lo dicho por MARCELO TORCUATO DE ALVEAR sobre que "Los hombres somos transitorios, pero los partidos organizados, con sus virtudes y defectos, son fuerzas permanentes y necesarias, llamadas a progresar y a perfeccionarse", es absolutamente cierto.
Por todo esto es que resulta absolutamente necesario que hagamos urgentemente un examen de conciencia, y decidamos hacia donde queremos rumbear. No solamente lo espera nuestra fuerza política, sino también toda la ciudadanía, que quiere saber si las generaciones futuras tendrán esa herramienta de transformación que nuestros antepasados nos legaron, o si en cambio vamos a ser quienes firmemos el acta de defunción y nuestros sucesores seguramente nunca jamás nos lo van a perdonar.
EX SECRETARIO SECCIONAL SAN TELMO
JUVENTUD RADICAL CAPITAL FEDERAL