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Dr. Alberto Cafetzóglus |
Cada
vez que he podido, hablando o escribiendo, he insistido en el terrible daño que
el llamado garantismo relativo al
Derecho Penal ha causado y sigue causando, en forma progresiva en nuestra
Argentina.-
Y
hoy he tenido la gran satisfacción de hallar un artículo que firma Pablo Sirven titulado “Delincuentes de Gatillo Facil”, publicado en el diario La Nación del día de la fecha, 21 de
abril de 2012, que examina con extrema profundidad y verdad el tema de la creciente
violencia en la comisión delictual, y la incidencia causal que ha provocado el
garantismo en ello.-
Comienza
describiendo el acto en que el victimario provocaba deliberadamente el terror
en la victima como metodología habitual durante la pasada dictadura. Y dice.
“busca quebrarla, borrarle el último vestigio de resistencia. Debe entregarse a
la voluntad suprema de su repentino amo, el señor Terror, que le ha arrancado
su libertad y le impone un atroz cautiverio….Si sale con vida, el trauma la
acompañará hasta el fin de sus días. Pero también puede ser que su captor
decida acribillarla hasta borrarle sus últimos signos vitales”.-
Prosigue
diciendo que desde la restauración del Estado de Derecho, por escenas de éste
tipo se juzgó a las juntas de comandantes y a oficiales superiores y que, desde
2003 hasta hoy el kirchnerismo redobló esfuerzos para que quienes causaron esas
aberraciones paguen con la cárcel sus crímenes, agravados aun mas por haber
sido perpetrados en nombre del Estado.-
Luego
se refiere a lo que ocurre hoy en párrafos que es indispensable transcribir
también textualmente, por ser rigurosamente cierto lo que describe, y porque
tiene una íntima vinculación, también indiscutible con fenómenos que se dan en
la sociedad y en la actitud del Estado.-
Así
es que expresa: “ En efecto, en los últimos años el modus operandi de la
delincuencia común para obtener sus botines derrapa cada vez más al despliegue
apocalíptico de la represión: operativos comando, uso de armamento de grueso
calibre, modales de bestia, secuestros extorsivos, toma de rehenes, uso del
terror como práctica habitual, ejecuciones sumarias, depravación sexual y
sadismo hasta el grado de amputación de dedos y puntazos, estrangulamientos o
tiros de gracia. Si son ancianos o miembros de alguna colectividad, serán,tal
vez, aún mas violentados de palabra o de hecho. La aparición reciente de
sicarios, con sus ajustes de cuentas, agrega otra cruel modalidad al mapa de la
violencia descripto…El ladrón de otras épocas, asesino por excepción, ha
desparecido o perdió sus códigos porque la vida vale cada vez menos (y las
penas con que se los castiga también).Hoy en el más simple ratero puede
esconderse un monstruo enajenado por el paco, la desesperanza y la ausencia de
un discurso social, lo que termina normalizando éste tipo de situación”.-
Y
sigue diciendo con cruda verdad que el
gobierno y quienes más se identifican con él
tienen una “asombrosa tara
emocional, psicológica e ideológica…. Hacia
la delincuencia común….ante la cual suelen mostrarse inermes y bloqueados…Es tan tabú el
tema que hasta prefieren identificarlo como una bandera opositora o una mera
inquietud reaccionaria de la derecha, como si el delincuente común, transfigurado
en chacal, fuese a dispensar a un anciano, violar a una mujer o matar al que sea si proclaman a tiempo su
progresismo”.-
Y
aquí viene lo medular, cuando continua diciendo : “Llama la atención que
habiendo adoptado la delincuencia común exactamente los mismos procedimientos
salvajes de la represión para sus rapiñas, no provoquen mayor masa crítica en
las discusiones públicas del oficialismo, al menos para mantener el tema
presente en algunos de sus múltiples discursos, conferencias de prensa (con o
sin preguntas) y la muy vista tanda de Futbol pata Todos…..Mirar para otro lado
no solo es interpretado por quienes
cometen éste tipo de delito como una señal de permisividad social que invita a
la impunidad, sino que ni siquiera alcanza para ocultar un problema que, en el
mejor de los casos, nos vive rozando todo el tiempo”.-
Recuerda
que la filosofa Diana Cohen Agrest, cuyo hijo fue ejecutado por uno de éstos
delincuentes modernos, nos llama la atención que desde el año 2000 hasta la
fecha la modalidad salvaje de la delincuencia ha asesinado a 32.000 personas,
“una cifra superior a los 30.000 desparecidos de la dictadura militar que
estiman los organismos de derechos humanos”. Que los grupos de tareas buscaban
esparcir el terror mediante el “boca a
boca” en toda la sociedad, y que hoy la delincuencia común funciona con el
mismo código: quien intente resistir tiene altas probabilidades de ser
asesinado. La “ley marcial” se aplicaba entonces y ahora “para que se sepa y
predisponga a la más absoluta docilidad al próximo; otra vez el terror, esparcido
socialmente. Y todos callados aceptando, con sorprendente mansedumbre esa pena
de muerte impuesta por el hampa”.
Señala
con acierto que mientras el Estado se tomó treinta años para digerir la
tragedia de los años setenta y en escarmentar a quienes causaron la mayor parte
de ese mal, “los delitos comunes no son tratados con la misma mano severa y por
eso, el escenario de un nuevo drama nacional, esta vez en cuotas y asordinado, ha
comenzado a levantarse de nuevo de manera implacable y creciente”. Que
repasando los casos se constata que la mayoría de esos casos han sido causado
por reincidentes, y que tales tragedias
se hubiesen evitado si las penas originales se hubiesen respetado. Que el
fiscal general ante la Cámara de Apelaciones en lo Criminal y Correccional de
la Capital Federal, Ricardo Sáenz, ha expresado que : “La tendencia a la interpretación de las
leyes penales de una manera cada vez más favorable al imputado, conocida como
garantismo, acentúa las interpretaciones a favor de la libertad de los
imputados durante el proceso, o de calificaciones legales de los hechos menos
gravosas, fundadas en una teoría que tiende, prácticamente, al abolicionismo del derecho penal”.-
El
garantismo, prosigue el artículo, justifica su mirada blanda sobre el
delincuente común, al culpar a la sociedad de iniquidades que luego son
devueltas con mortífera marginalidad. Reflexiona el autor que aún cuando el
razonamiento fuese cierto, es discriminador respecto de quienes, aun siendo muy
pobres no se les ocurriría jamás levantar la mano contra su prójimo. Y que por
otro lado implica justificar a quienes, antes y durante los años setenta, fueron
formados en un autoritarismo y en el sufrimiento de un derecho de piso que pudo
haber derivado en formación de personalidades mesiánicas y pervertidas.-
Aquí
quiero yo aclarar que se toma una teoría (que no es una verdad comprobada),a
pie juntillas como si fuese una verdad, teoría que es repetida casi en
modo de cacatúa por estudiantes, profesores,
examinadores, magistrados y funcionarios en grandes mayorías. Es una moda. Pero
una moda que ha causado y causa daños diarios a toda la sociedad.-
Finalmente
concluye en forma magistral diciendo : “Si los políticos, los maestros, los
publicitarios, los periodistas y todos nos mostrásemos más inquietos y
enfáticos en trasladar el discurso de los derechos humanos a éste ámbito, la
consigna reiterada primero desalentaría a los grupos de riesgo (a los que
habría que fortalecer más social y educativamente para alejarlos
definitivamente de ese abismo, con mas políticas inclusivas) y después
terminaría llegando hasta los más temibles tugurios y aguantaderos de
delincuentes, a los que, tal vez, les daríamos de ésta manera la oportunidad de
reflexionar sobre si, aun para robar, es imprescindible matar a ser abominable.
Nada será posible si la política de seguridad del Gobierno persiste en su
actual paradoja: Estado ausente”.-
Este
artículo es de un valor inestimable porque sintetiza muy didácticamente causas
y resultados.-
En
muchos años de haber visto realidades en el ejercicio del Derecho Penal, he
visto y he repetido a cansarme que existen causas del crecimiento cuantitativo
y cualitativo del delito que son de efectos inmediatos, y otras de efectos
mediatos, a largo plazo.-
Que
la guerra sucia implicó un quiebre moral muy profundo por la metodología
nazi-stalinista - (regímenes que se temían, pero que se admiraban en forma
profunda y reciproca)- usada por ambos bandos, del que sería harto difícil
remontar porque el ser humano, desde bebé, es un gran imitador.-
Que
el Estado, según sea la actitud que
adopte, es como un semáforo que dando luz verde o luz roja señala caminos, buenos
o malos, se dé o no se dé cuenta de ello.(Pero que tiene el deber indeclinable
de darse cuenta).-
Que
una sociedad sin premios y sin castigos se anarquiza y se suicida.-
Que
una cosa es una teoría elaborada como un placer intelectual en la comodidad de
un gabinete, y que otra cosa muy distinta es la realidad.
Por
último, que todo lo que antecede, pero
especialmente las dos últimas frases consignadas, creo que explican por qué el
garantismo que rompe la igualdad ante la ley en favor del imputado, y mucho mas
su consecuente natural, el abolicionismo penal, implican infantilidad.-