El
Censo muestra que las provincias más beneficiadas por la coparticipación tienen
peor infraestructura. La razón es que la plata se usa más para el clientelismo
que para el desarrollo. Por eso hay que eliminar la coparticipación. Que cada
provincia se autofinancie y asistir a las regiones más pobres con un Fondo de
Convergencia.
La Coparticipación Federal de Impuestos es un mecanismo a
través del cual el Estado nacional recauda la mayor parte de los impuestos para
luego distribuirlos entre el nivel nacional y el conjunto de las provincias
(distribución primaria) y entre las provincias (distribución secundaria). Para
tener una idea de órdenes de magnitud, la presión tributaria total se ubica en
el orden del 30% del PBI, de los cuales 25% del PBI son impuestos nacionales y
5% del PBI impuestos que cobran directamente las provincias. Además, las
provincias reciben aproximadamente 8% del PBI por la vía de la coparticipación.
Que las provincias reciban más plata por la vía de la
coparticipación que por recaudación propia es sumamente relevante. La
coparticipación no solo genera profundas distorsiones en la distribución de los
fondos públicos (la más notable es la exagerada transferencia de recursos desde
la provincia de Buenos Aires a las provincias del norte), sino que
además distorsiona los incentivos de los gobiernos provinciales.
Dejando de lado Tierra del Fuego, las tres provincias más
beneficiadas por la coparticipación son Catamarca, Formosa y La Rioja,
en ese orden. Reciben, por habitante, casi 3 veces más que el promedio
de las provincias. Pero, según el Censo 2022, se observa que:
·
En Catamarca el 23% de
los hogares no tiene piso de material, el 45% no tiene cloacas
y el 81% no tiene gas de red.
·
En Formosa el 38% de
los hogares no tiene piso de material, el 58% no tiene cloacas
y el 97% no tiene gas de red.
·
En La Rioja el 19% de
los hogares no tiene piso de material, el 38% no tiene cloacas
y el 83% no tiene gas de red.
La coparticipación saca recursos a las regiones más
productivas del centro y sur del país para redistribuirlos a la región del
norte que es la menos desarrollada. Esto aparenta ser un mecanismo de
solidaridad geográfica. Pero, en la práctica, opera como un mecanismo
de empobrecimiento general y de ampliación de las brechas de desarrollo. La
razón es que quienes más plata reciben de la coparticipación más tentaciones
tienen de usar esos fondos para aumentar el empleo público y otras acciones
clientelísticas que les permitan perpetuarse en el poder. El
subdesarrollo de las provincias del norte no es culpa de las dirigencias
locales. Es culpa de los incentivos que impone la coparticipación.
El camino más directo para cambiar los incentivos es
eliminar la coparticipación. Esto lleva a
volver al esquema originalmente previsto en la Constitución Nacional de distribución
de las fuentes tributarias. El Estado nacional debería financiarse con el
impuesto al comercio exterior, a los ingresos y a la seguridad social. Cada
provincia debería financiarse con el impuesto a las ventas, que resulte de
unificar el actual IVA con Ingresos Brutos y tasas municipales, que se genere
en su territorio. Esto cambiará radicalmente los incentivos. Quien gasta tiene
primero que recaudar y para recaudar, antes, tiene que promover la generación
de valor agregado en su territorio.
La coparticipación benefició a los dirigentes de las
provincias más pobres y empobreció a su población.
Por eso, a manera de reparación histórica, es recomendable contemplar un Fondo
de Convergencia. Recursos aportados solidariamente para que las provincias más
pobres ejecuten un plan de desarrollo. El Fondo debería operar como una
transferencia condicionada, no como un “cheque en blanco”, como es la
coparticipación.
Román Reynoso 2023 Portal de Noticias Mundo Norte Instagram: @mundonorte