"La filosofía es una lucha contra el embrujamiento
de nuestra inteligencia mediante el uso del lenguaje"
L. Wittgenstein
Hoy quisiera invitarlos a
reflexionar en torno a uno de los filósofos más influyentes del siglo XX, cuyos
trabajos tienen un impacto crucial en la filosofía del lenguaje, la
epistemología, la filosofía de la mente y la lógica, a saber, el gran Ludwig
Wittgenstein (1889-1951). Si bien sus obras fundamentales, el "Tractatus
Logico-Philosophicus" (1922) y las "Investigaciones filosóficas"
(1953), fueron escritas en un contexto histórico muy distinto al nuestro, la
relevancia de sus ideas no ha menguado tras el paso de las décadas, motivo por
el cual intentaremos recuperarlo para demostrar su vigencia, en un mundo
marcado por la tecnología, la comunicación digital, la fragmentación cultural y
el desprecio por el pensamiento lógico y crítico.
En su Tractatus, Wittgenstein
declaró que "los límites de mi lenguaje son los límites de mi mundo"
(Wittgenstein, 1922/2003, p. 68), indicando con ello algo fundamental en esta
época dominada por la globalización y el multilenguaje mediático, puesto que la
proliferación de plataformas digitales y redes sociales ha transformado el
lenguaje en una herramienta de comunicación rápida, pero también excesivamente
superficial. La pregunta filosófica central aquí sigue siendo: ¿Cuánto
comprenden realmente las personas cuando usan un lenguaje que, a menudo, se
descontextualiza y simplifica al extremo?
Evidentemente, la tensión
entre el lenguaje como medio de representación de la realidad y como
herramienta de acción se manifiesta con claridad en la actual comunicación
digital, algo a lo que Wittgenstein, especialmente en su segunda etapa
filosófica, subrayó al indicar que el significado de una palabra no está en su
representación abstracta, sino en su uso dentro de un "juego de
lenguaje" (Wittgenstein, 1953/2009, § 43). En este contexto, es importante
que podamos poner en discusión la creciente desinformación mediante las
"fake news", que ilustran perfectamente cómo los usos del lenguaje
construyen realidades sociales, moldean creencias y afectan las decisiones
individuales y colectivas.
Esto nos lleva a razonar,
lógicamente, sobre la dicotomía entre "sentido" y
"sinsentido", avizorada ya en el Tractatus, cuando Wittgenstein hizo
una distinción fundamental entre las proposiciones con sentido y aquellas que
no lo tienen: para él, el lenguaje de la ciencia tiene sentido porque describe
estados de cosas verificables, mientras que las proposiciones metafísicas,
estéticas y éticas carecen de sentido en un sentido estricto, aunque no dejan
de ser importantes para la experiencia del ser humano. Ahora bien, ¿qué implica
ésto en una época en la que proliferan discursos pseudocientíficos y teorías
conspirativas?
"El lenguaje es una forma
de vida" (Wittgenstein, 1953/2009, § 19). Esta idea nos recuerda que el
significado depende de cómo usamos el lenguaje en nuestras interacciones
diarias, un desafío evidente en la comunicación digital contemporánea.
En definitiva, la filosofía de
Wittgenstein nos invita a evaluar cómo utilizamos el lenguaje para distinguir
entre lo que se puede decir y lo que debe permanecer en silencio. Esta
distinción es crucial, sobre todo en el debate contemporáneo sobre los límites
de la libertad de expresión, especialmente en un entorno digital donde las
opiniones y las "verdades alternativas" se comen crudos a los hechos,
cosa que parece importarle cada vez menos a la humanidad, sodomizada por una
cultura que ha logrado reemplazar el pensamiento profundo por el
entretenimiento vacío.
"La lógica no es un
cuerpo de doctrina, sino un espejo de la forma lógica del mundo"
(Wittgenstein, 1922/2003, p. 33). Este enfoque nos invita a reflexionar sobre
cómo fundamentamos nuestras afirmaciones en un mundo saturado de información de
dudosa procedencia.
Justamente por ello es
enriquecedor traer a Wittgenstein a nuestros días, ya que en su obra tardía
abandonó la idea de un lenguaje ideal en favor de una exploración más
pragmática de los juegos de lenguaje. Este giro es particularmente relevante
para que podamos analizar la dinámica propia de la comunicación tecnológica
actual. Las plataformas digitales han creado nuevos "juegos de
lenguaje", que modifican las reglas tradicionales de interacción humana,
convirtiendo los emojis, los memes y los gifs en formas legítimas y
significativas de expresión, desafiando así las ideas tradicionales de cómo se
construye el significado en el lenguaje. Así nos va...
Asimismo, el uso de algoritmos
en los motores de búsqueda y en las redes sociales nos plantea preguntas sobre
el control del lenguaje y la construcción del conocimiento: si el significado
depende del uso, ¿qué ocurre cuando los algoritmos determinan qué usos son
visibles y qué información es prioritaria?
"No pienses, sino
mira" (Wittgenstein, 1953/2009, § 66). Este consejo es esencial para
entender la interacción mediada por tecnología, donde lo visual a menudo
reemplaza a lo textual.
Aún hay más, puesto que la
filosofía de Wittgenstein también encuentra aplicación en ámbitos como la
inteligencia artificial. Si prestamos atención, el desarrollo de modelos de
lenguaje como el de ChatGPT, nos hace cuestionar sobre la naturaleza del entendimiento
y la posibilidad de que las máquinas "comprendan" el lenguaje humano.
Pues bien, desde la perspectiva de Wittgenstein, la comprensión no es
simplemente una cuestión de procesar datos e información, sino de participar en
un contexto social compartido en el cual se pueda crear conocimientos
significativos que apunten a la mejora de las condiciones de vida de los que
tenemos pulso. Esto debería hacernos reflexionar acerca de los límites éticos y
epistemológicos de los usos que se le está dando a la IA en una sociedad que ya
lleva décadas quejándose de la longitud de los textos y de la complejidad de
sus significados.
"Entender un enunciado es
entender un lenguaje. Entender un lenguaje significa dominar una técnica"
(Wittgenstein, 1953/2009, § 199).
A esta altura del partido,
queda claro que Wittgenstein no ofrece soluciones simplonas, pero su
pensamiento sigue siendo una herramienta poderosísima para analizar los
desafíos de nuestro tiempo marcado por un lenguaje que se encuentra en
constante transformación. Ante ello, esta perspectiva lógica-filosófica nos
recuerda cuán importante es saber leer la realidad en su contexto, mediante una
comprensión que pueda ir más allá de las palabras. Para que eso suceda, es
preciso saber manejarlas: no tiene sentido exigir comprensión cuando no se sabe
leer o escribir. No se puede solicitar pensamiento crítico a quien no ha sido
educado en el arte de la interpretación y la comprensión, sino en la opinión de
la repetición. No se puede esperar una ola de grandes pensadores juveniles
cuando quienes tenían que enseñarles a tener juicio crítico, les enseñaron a
copiar y pegar, repetir y sin soplar. La actualidad del pensamiento de
Wittgenstein radica, entonces, en su capacidad para cuestionar las estructuras
subyacentes de nuestro lenguaje y, por ende, de nuestra forma de vivir y pensar
el mundo.