Un fuerte respaldo desde
Washington trae un respiro a la economía argentina, pero los desafíos
estructurales persisten y exigen acciones urgentes para evitar que la
oportunidad se diluya.
En un escenario de alta
tensión cambiaria y nerviosismo en los mercados, el contundente apoyo del
gobierno de Estados Unidos se presentó como un salvataje clave para Argentina.
La intervención del Tesoro norteamericano y la confirmación de un swap de monedas
lograron contener la escalada del dólar y reducir el riesgo país, brindando una
necesaria dosis de tranquilidad. Sin embargo, desde la consultora IDESA
advierten: el alivio es real, pero no hay motivos para la euforia.
El informe del instituto
especializado destaca que, si bien la ayuda externa es una "buena noticia
que da esperanza", no resuelve los problemas de fondo que alimentan la
desconfianza. La presión sobre el dólar sigue latente, impulsada por tres grandes
factores: la demanda de dólares para ahorro por parte de los ciudadanos, los
compromisos de la deuda externa y los gastos en turismo fuera del país. Solo en
los primeros ocho meses del año, estos ítems consumieron la abrumadora cifra de
37 mil millones de dólares.
El nudo del problema, según
IDESA, radica en la falta de confianza en la capacidad del gobierno para
sostener el equilibrio fiscal a largo plazo y avanzar con las reformas
estructurales que el país necesita. Esta incertidumbre es la que mantiene el
riesgo país en niveles elevados y empuja a los argentinos a refugiarse en el
dólar, generando un círculo vicioso de presión cambiaria.
Para que este
"salvataje" no sea solo un respiro pasajero, los expertos subrayan la
urgencia de mejorar la gestión tanto técnica como política. No se trata solo de
equilibrar las cuentas fiscales, sino también de generar un entorno favorable
para la producción y modernizar las instituciones laborales para fomentar la
creación de empleo genuino.
En definitiva, la ayuda norteamericana compró un tiempo valioso. La pelota ahora está del lado del gobierno, que tiene la oportunidad de aprovechar esta ventana para implementar un cambio de estrategia basado en el "profesionalismo técnico y el diálogo constructivo". De lo contrario, la calma actual podría ser solo la antesala de futuras turbulencias.
Fuente: IDESA
