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03/11/25

Reforma Laboral: La trampa oculta que mantiene intacto el poder de las cúpulas sindicales

El Gobierno pisa el acelerador. Con el impulso de un inesperado triunfo electoral y el contundente apoyo de Estados Unidos, ha comenzado a circular un ambicioso borrador de reforma laboral con más de 100 artículos. La promesa oficial es doble: una "masiva formalización" de trabajadores para, supuestamente, aliviar la crítica situación del sistema previsional.



Sin embargo, un análisis profundo de la "letra chica" revela que el proyecto podría quedarse a mitad de camino, repitiendo fracasos históricos y dejando intacto el verdadero nudo del problema: el monopolio de las cúpulas sindicales.

El Espejismo de Salvar las Jubilaciones

El diagnóstico oficial sobre la informalidad parece chocar con la realidad. Según el INDEC, en Argentina hay unos 7 millones de trabajadores no registrados. El dato clave es que, de ellos, al menos 3 millones (el 42%) tienen bajo nivel educativo y trabajan en establecimientos de menos de 10 empleados.

¿Qué significa esto? Que para casi la mitad de los informales, el incumplimiento no es una viveza, sino una estrategia de supervivencia. Sus emprendimientos, de bajísima productividad, generan ingresos demasiado modestos como para soñar con afrontar los costos de la formalización.

Mejorar las leyes es positivo, pero no hace magia. La expectativa de resolver el déficit previsional con esta reforma, sin atacar el problema de fondo (la baja productividad, el capital humano y la tecnología), no tiene serias posibilidades de éxito.

La Clave: Romper el Monopolio, no Maquillarlo

El corazón del debate es la descentralización de la negociación colectiva. El proyecto propone algo que suena lógico: que los acuerdos firmados dentro de una empresa (por productividad, salarios u organización) prevalezcan sobre los convenios generales del sector (el sindicato).

Aquí es donde aparece la trampa. La idea es correcta, pero el borrador olvida un detalle crucial: los únicos habilitados para negociar ambos convenios (el de sector y el de empresa) siguen siendo las mismas cúpulas sindicales y empresariales.

El gran paso transformador, y el que el proyecto parece evitar, es romper ese monopolio. La única descentralización real es habilitar a los propios trabajadores de cada empresa para que puedan negociar su propio acuerdo directamente con su empleador, sin pedir permiso a la cúpula gremial.

El Fracaso de 1995 que Nadie Quiere Recordar

Para no repetir frustraciones, hay que aprender de la historia. ¿Alguien recuerda la Ley 24.467 de 1995? Esa ley, vigente hace casi 30 años, ya establecía la descentralización para Pymes. Permitía que el sindicato "facultara" a los trabajadores de una empresa a negociar.

¿El resultado? Treinta años después, ningún sindicato facultó jamás a sus trabajadores para negociar un acuerdo propio.

La solución real, según los expertos, pasa por otro lado:

1.  Microempresas (hasta 10 trabajadores): Que el convenio sectorial directamente no se aplique. Solo las leyes laborales y lo que acuerden empleados y empleador.

2.  Pymes: Habilitar por ley a los trabajadores a negociar su propio acuerdo sin necesidad de autorización del sindicato de actividad.

Si el Congreso no se atreve a incorporar estas reglas para terminar con el monopolio de las cúpulas, esta reforma, tan anunciada, corre el riesgo de nacer vieja y repetir el fracaso de 1995. 

Fuente: IDESA 

Roman Reynoso 2025

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