Por Román Reynoso para Mundo
Norte
Un informe técnico de la
consultora Zentrix revela los números detrás del modelo gremial: diez
organizaciones concentran la mitad del empleo registrado y recaudan cifras
astronómicas mediante descuentos obligatorios, garantizando la perpetuidad de
dirigentes históricos pese a la caída de su imagen pública.
En la Argentina, el poder no
siempre reside donde indica el organigrama oficial. Mientras la política
discute leyes y presupuestos en el Congreso, existe una estructura paralela,
consolidada durante décadas, que administra recursos equivalentes al PBI de una
provincia pequeña y define la temperatura de la calle. Un reciente estudio de Zentrix
Consultora, fechado en diciembre de 2025, puso luz sobre una de las cajas
más opacas del sistema: el financiamiento de los grandes gremios. Los datos son
contundentes y describen un modelo de "unicidad promocionada" que ha
derivado en una concentración de poder económico y político sin precedentes.
El informe, titulado "El
poder sindical en Argentina: estructura, financiamiento y límites a la libertad
del trabajador", detalla cómo solo diez sindicatos concentran más del
50% del empleo asalariado privado bajo convenio. Pero el dato que
verdaderamente inquieta al círculo rojo es el financiero: estas diez
organizaciones recaudan, en conjunto, más de un billón de pesos anuales
(a valores de 2025) mediante descuentos obligatorios aplicados incluso a
trabajadores que no están afiliados.
La ingeniería de la
"caja"
Para entender la magnitud del
fenómeno, hay que desmenuzar el mecanismo. El sistema sindical argentino se
sostiene sobre una arquitectura legal que permite las "contribuciones
solidarias". Se trata de descuentos compulsivos pactados en convenios
colectivos que obligan a pagar a todos los trabajadores de una actividad,
tengan o no carnet de afiliado.
El caso de la Federación
Argentina de Empleados de Comercio y Servicios (FAECyS) es paradigmático. Con
un universo aproximado de 1.260.000 trabajadores bajo convenio, el gremio que
conduce el histórico Armando Cavalieri percibe una recaudación teórica anual
estimada en $449.302 millones. Esta cifra surge de la retención
obligatoria del 2,5% sobre el salario, una "canilla" automática de
recursos que no depende de la voluntad del empleado de mostrador, sino de su
mero encuadramiento laboral.
En la otra esquina del
cuadrilátero, con un perfil más combativo pero igual de efectivo en la
recaudación, aparece la Federación de Camioneros. La organización
liderada por la familia Moyano maneja un flujo anual estimado en $117.148
millones, sostenido por un descuento del 3% sobre salarios que, en el
sector logístico, son significativamente más altos que la media.
Gerontocracia y falta de
alternancia
El informe de Zentrix no se
limita a los números; cruza la variable económica con la política y expone lo
que denomina una "autocracia organizada". La inyección constante de
recursos garantizados por ley desincentiva la competencia interna y favorece la
perpetuidad de las cúpulas.
Los nombres se repiten en los
titulares de los diarios desde hace décadas. Cavalieri lleva casi 40 años al
frente de Comercio (desde 1986); Gerardo Martínez conduce la UOCRA desde 1990;
y Hugo Moyano maneja los hilos de Camioneros desde 1992. No se trata de una
excepción, sino de la regla: a mayor caja y cobertura del convenio, menor es la
rotación en la cúpula.
El estudio subraya que este
esquema de reelecciones indefinidas se sostiene gracias a que la supervivencia
financiera del sindicato está desacoplada de la adhesión real de sus bases. El
dinero entra igual, voten a quien voten, o incluso si no votan.
El divorcio con la sociedad
Quizás el hallazgo más
preocupante para el futuro del modelo sindical sea su crisis de legitimidad.
Mientras las tesorerías gremiales gozan de buena salud, su imagen pública está
en terapia intensiva. Según el Monitor de Opinión Pública de Zentrix, un 55%
de los encuestados apoya una modificación de las leyes laborales y la
imagen de los sindicatos es predominantemente negativa, con un rechazo que
supera el 60% si se suman las calificaciones "mala" y "muy
mala".
Más aún, existe un consenso
social amplio (67,5%) sobre la necesidad de que la cuota sindical sea
voluntaria, un reclamo que choca de frente con la estructura de financiamiento
compulsivo que hoy sostiene el sistema.
Un triángulo de asimetrías
El análisis concluye que el
sindicalismo argentino se asienta sobre tres asimetrías que blindan a la
"casta" gremial: una asimetría de poder (pocos gremios manejan todo),
una asimetría temporal (líderes eternos) y una asimetría informativa (la opacidad
de los fondos).
En un país con niveles de
informalidad alarmantes y salarios reales que pelean contra la inflación, el
modelo sindical asegura la protección de las cúpulas, pero deja abiertos
interrogantes sobre su capacidad real para representar a una clase trabajadora
cada vez más fragmentada y descreída. Como periodista, la pregunta es
inevitable: ¿es sostenible un sistema que recauda como el Estado, pero se
gobierna como un club privado?
Fuente: Consultora Zentrix
