Fue sin ninguna duda una persona extraordinaria por su personalidad, pensamiento y compromiso. Fue presidente de la República Argentina entre 1922 y 1928.
Hombre culto y muy inteligente, estudió derecho en
Buenos Aires, graduándose en 1891, y completó sus estudios en Europa. Fue amigo
de Hipólito Yrigoyen y, por afinidad de ideas, había estado ligado a él desde
poco antes de la Revolución del Parque en 1890. Alvear tenía su propia
personalidad, sus gustos y un carácter opuesto en muchos aspectos; uno era
introvertido y el otro totalmente comunicativo, con una visión más amplia de
los problemas y una mente más variada, con grandes inquietudes intelectuales y
políticas.
Marcelo T. de Alvear participó en la Revolución del
Parque y fue uno de los firmantes del manifiesto del 2 de junio de 1891, que
fundó la Unión Cívica Radical.
Con la ley Sáenz Peña que estableció el voto
secreto y obligatorio, Alvear fue elegido diputado por la capital en 1912;
renovada la Cámara, fue electo por la provincia de Buenos Aires.
Diputado muy laborioso, presentó al Congreso varios
proyectos, entre otros unas modificaciones sobre la organización del ejército y
uno relativo a los empleados civiles del estado, que tendía a fundar los
ascensos en el escalafón jerárquico por concurso y antecedentes. Participó en
los debates sobre la construcción de las "casas baratas", sobre
accidentes de trabajo, etcétera, e integró la delegación argentina a la
asamblea de la Sociedad de Naciones que presidía el ministro de Relaciones Exteriores,
Honorio Pueyrredón.
En la Presidencia de Alvear se sancionaron algunas
leyes de previsión social (jubilaciones de bancarios y maestros), se reglamentó
el trabajo de las mujeres y de los menores, se estableció el pago de los
salarios en moneda nacional, etcétera. Se creó la Dirección General de
Yacimientos Petrolíferos Fiscales, a cuyo cargo fue puesto el ingeniero Enrique
Mosconi. El coronel Agustín P. Justo, ministro de Guerra, renovó el antiguo
material bélico y dispuso establecer la primera fábrica de aviones en Córdoba;
se modernizó con nuevas unidades la flota de guerra y se instaló la base de
submarinos en Mar del Plata.
Durante la presidencia de Alvear se instalaron las
destilerías de petróleo de La Plata; además, se inició la construcción de los
ministerios de Hacienda, Obras Públicas, Guerra y Marina y el edificio del
Banco de la Nación, en plaza de Mayo. Fue una época de intenso movimiento
inmigratorio: sólo en 1924 llegaron 190.000 inmigrantes; desde 1924 hasta 1929
entraron al país cerca de dos millones de personas de todas las procedencias.
El peso argentino, en mayo de 1927, llegó a cotizarse a la par y en algún momento
superó al dólar americano. Esa prosperidad llevó a la apertura de la Caja de
Conversión, cuyo decreto se firmó el 25 de agosto de 1927, lo cual permitió que
la Argentina gozara de un crédito ilimitado, como lo afirmó la banca
estadounidense Morgan. El establecimiento del patrón oro fue recibido con
beneplácito por todos los sectores de la opinión pública.
En el aspecto artístico y cultural, la presidencia
de Alvear fue muy positiva. Por iniciativa de su esposa Regina Paccini de
Alvear se creó la Casa del Teatro, y en septiembre de 1928 se inauguró en el
Teatro Cervantes la primera exposición nacional del libro que se conoció en
Buenos Aires, entre muchas otras obras. También durante su gobierno visitaron
el país personajes de gran relieve; Buenos Aires fue por aquellos años un
centro de atracción internacional. Llegaron de visita y en misión cultural hombres
de ciencia como Albert Einstein, personalidades políticas.
Su gestión fue orientada a la modernización del
estado según los standares europeos.
Fue un presidente moderno y con sentido social.
En 1928 fue derrotado en las elecciones, pero
Alvear mantuvo su actividad política y su condición de principal dirigente del
radicalismo hasta su muerte.
Hoy recordamos a una persona extraordinaria y un
gran Presidente que desarrollo uno de los mejores Gobiernos de la Argentina.
Lic Javier Argolo.