Cadenas Invisibles: La Lucha
de Argentina por Modernizar sus Relaciones Laborales
En un mundo que avanza a la
velocidad de la luz, con innovaciones tecnológicas que redefinen a diario el
mercado laboral, Argentina parece atrapada en una cápsula del tiempo. La raíz
del problema se encuentra en un sistema de negociación colectiva que, lejos de
ser un motor de progreso, se ha convertido en un freno para la productividad y
la creación de empleo formal.
Un análisis profundo revela
una realidad sorprendente: la mayoría de los convenios colectivos que rigen las
relaciones laborales en el país datan de las décadas de los '70 y '80. Esta
"petrificación" se debe a una figura legal conocida como "ultra-actividad",
que prorroga indefinidamente la vigencia de los acuerdos una vez vencidos.
Mientras el mundo discutía la llegada de internet, Argentina consolidaba normas
laborales que hoy resultan obsoletas.
Esta rigidez contrasta
fuertemente con las prácticas de las economías más avanzadas. En países
desarrollados, la negociación colectiva es un diálogo dinámico y constante. No
se limita a la discusión salarial, sino que abarca temas cruciales como la
mejora de la productividad, la incorporación de nuevas tecnologías y la
adaptación a las modernas formas de trabajo. En Argentina, salvo contadas
excepciones, la conversación se reduce casi exclusivamente al ajuste de
sueldos, una discusión cíclica y agotadora impulsada por la alta inflación.
El estudio de la OCDE es
lapidario: de 24 países analizados, el 70% no contempla la
"ultra-actividad" en su legislación. El resto la limita con plazos
definidos o permite su anulación mediante la negociación. La legislación
argentina, en este sentido, es una excepción a nivel mundial que obstaculiza la
agilidad y la competitividad.
Los expertos señalan que la
centralización de las negociaciones en grandes cúpulas sindicales y
empresariales deja fuera de juego a un actor fundamental: las pequeñas y
medianas empresas (PyMEs), las mayores generadoras de empleo. Habilitar a las
PyMEs a negociar acuerdos adaptados a su realidad, desenganchándose de los
convenios sectoriales, podría ser la llave para destrabar la creación de
puestos de trabajo formales y genuinos.
La solución no parece requerir una reforma legislativa titánica, sino la voluntad política para aplicar normativas ya existentes, como la Ley PyME, que promueve capítulos específicos para este sector en los convenios. Modernizar el diálogo social no es solo una necesidad económica, es un paso ineludible para construir un futuro laboral más inclusivo y dinámico para todos los argentinos.
Fuente: IDESA
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